Capítulo 37: Sebastián

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Todo estaba listo para que Niall llegara a Montevideo en dos días. Juliana estaba ansiosa y sabía que Niall también, ambos parecían dos quinceañeros entusiasmados ante la primera cita. Habían estado hablando muchísimo por whatsapp e inclusive él la había llamado dos veces. Aunque a la distancia, nunca se habían sentido tan cercanos. La toma de consciencia de sus sentimientos la hacía notar, ahora, lo mucho que lo necesitaba. Se despertaba deseando saber cómo él se había despertado y se acostaba pensando en lo que él estaría soñando. Saber que en dos días podrían compartir dos semanas juntos sólo hacía aumentar su ansiedad.

                La hacía reír y eso le encantaba. Nunca había reído tanto, sus chistes eran malos pero sumamente tiernos y aquello la compraba por completo. Comenzaba a entender la necesidad imperiosa que él tenía por besarla, porque también estaba surgiendo en ella. En los momentos más inesperados, mientras leía sobre la Ilustración, cocinaba o miraba CSI, se encontraba pensando en cómo serían sus besos, en el sabor de su lengua o la ternura de sus labios. Ahora lo entendía y comprendía la necesidad, porque la compartía. No tenía idea cómo lo hacían Sophia y Perrie.

                Lo cierto es que Niall Horan la estaba conquistando, no tenía idea cómo lo hacía, pero se estaba enamorando de él. Destapar la olla de sus sentimientos sólo había provocado una ebullición que no creía poder parar. Pensaba en él todo el tiempo, y si fuera por ella viviría sólo para hablar con él. No le podía negar a nadie que estaba muerta de miedo, por otra parte. ¿Feliz? Sí, pero con miedo. Cada día que pasaba Juliana dejaba entrar a Niall en su corazón más y más, y comenzaba a pensar que, ya media enterrada en el barrio, no podía ser capaz de salir. Estaba tan involucrada que podían herirla con facilidad y aunque sabía que no eran sus intenciones, era consciente de que estaba "saliendo" con una superestrella pop y estaba bastante segura de que las probabilidades no estaban a su favor.

                -Llego doce y media, ¿de acuerdo? - le dijo el irlandés en la llamada de esa mañana.

                -Niall, me lo dijiste ayer y lo repetís cada minuto y medio. Creo que lo tengo bastante claro - le contestó ella burlona y sonriente. Faltaban dos días para que estar entre sus brazos.

                -Lo siento, lo siento, estoy nervioso - no podía negar que le derretía el corazón a cada frase.

                -Eres adorable.

                -Lo sé.

                -Y creído.

                -Y te quiero besar.

                -Lo sé, también yo quiero - habían tenido la misma conversación varias veces durante los últimos seis días que estuvieron hablando, que casi sonaba normal para ella decirle aquello.

                -¿Besas bien? - casi podía imaginar su cara pícara.

                -¡Niall! - le chilló horrorizada, sintiendo sus mejillas calientes.

                -Apuesto a que te sonrojaste - la conocía bien.

                -Te odio.

                -Imposible. Llego doce y media, ¿de acuerdo? - repitió. Juliana sonrió.

                -Sí, Jesús bendito, ya te entendí - contestó con cierto cansancio.

                -¿Y? ¿Besas bien? Nunca me contestaste - sus mejillas se volvieron a encender. Por más que habían hablado de ello e incluso ella misma lo había imaginado varias veces, la posibilidad real de poder besar a Niall Horan era completamente demencial.

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