Capítulo 18: ¿Qué le regalo a Liam?

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Era veinte de agosto y Juliana literalmente caminaba por las paredes de la intriga, por lo que había decidido centrar su atención en otra clase de asuntos, como el cumpleaños de Liam. Estaba peligrosamente cerca y no tenía idea qué regalarle, claro que sabía que él diría que un regalo no era necesario, que con su amistad bastaba pero sentía que le debía un regalo. Él se había portado de maravillas desde un principio, irradiando educación y alegría por donde caminara, además de que le había salvado la vida y había sido un excelente amigo con ella. Sí, pensó, definitivamente debía regalarle algo, ¿pero qué se le regala una persona que lo tiene todo? ¿O qué lo puede comprar? Nunca había sido demasiado buena escogiendo regalos, de modo que fue a su ayuda usual: su madre.

-Liam cumple años dentro de poco y no sé que regalarle - le comentó a su madre mientras merendaban. El día que se mudara de su casa, Juliana sabía que no iba a ver las meriendas del mismo modo si su madre no estaba.

-¿Tal vez ropa? - aventuró, tras sorber mate.

-¿Ropa? ¿En serio, mamá? ¡Él puede tener su propia tienda da ropa! - le contestó con cierta ironía, ni siquiera ella se había planteado aquello.

-Buen punto - contestó divertida. Se tomó su tiempo para pensar y tres mordidas a la tostada después, respondió: deberías mandarle algo artesanal - parecía muy satisfecha con su idea.

-Sí, mamá, eso lo había pensado, pero sigo sin saber qué cosa exactamente - le explicó, un tanto exasperada. Amaba a su madre, pero por momentos la sacaba de quicio.

-¿Una pintura?

-¿Desde cuándo tengo habilidades manuales?

-Ah, ¿piensas hacerle algo tú misma? - le preguntó y Juliana comprendió la ironía en aquello, ella realmente no era muy útil en cuanto a las manualidades. Su madre rió.

-¿Podría comprarle algo artesanal?

-Sí, probablemente tengas que hacerlo - la sonrisa no abandonaba la cara de su madre y comenzaba a fastidiarse.

-Pero es hacer trampa, no quiero comprar algo, quiero hacerlo, para que tenga más significado - le explicó, dispuesta a encontrar algún objeto.

-Pensemos qué le gusta y partiremos de allí - su madre comenzaba a tomar las cosas con seriedad y ella se tranquilizó automáticamente. Siempre se dijo que dos cabezas piensan mejor que una, pensó para sí.

-Batman, definitivamente le gusta Batman - contestó sin dudarlo. También a ella le gustaba Batman, por lo que entendía cuales eran los motivos de fanatismo del muchacho, aunque solía adherir más a los superhéroes de Marvel. Por alguna razón, nunca había hablado con él de esos temas, pensó distraída.

-¿Un comic? - aventuró Lourdes, disfrutando el momento. Juliana se sorprendió de que su madre conociera el significado de la palabra.

-Probablemente ya los tiene.

-¿Una remera?

-En serio, ¿qué problema tienes con la ropa?

-¿Un muñeco?

-¡No tiene diez años!

-¿Cuántos cumple? - quiso saber su madre.

-Veintiuno - contestó automáticamente.

-Es chiquito - dijo con voz tierna. Tenía la misma edad que Juliana, pero entendía que su madre se refería a que era más chico que ella. A menudo pensaba que su madre tendría que haber venido con un manual decodificador.

-Si lo vieras no dirías que es chiquito - le comentó sonriendo - ha estado haciendo ejercicio y tu sabes, está grande - e hizo un gesto con las manos, indicando el tamaño de su espalda. No es que se quejara del cambio, en realidad. Sonrió.

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