Capítulo 35: Despedidas

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Juliana durmió hasta tarde. La fiesta de cumpleaños de Niall había terminado muy entrada la madrugada y en cuanto llegó a la habitación cayó completamente rendida, apenas habiéndose sacado el vestido. En cuanto se despertó supo que iba a ser un día caluroso. Había transpirado al dormir, a pesar de que había dormido destapada. Se dirigió al baño de inmediato para bañarse, no soportaba notarse pegajoza, pero lo cierto es que así estaba el aire. La humedad estaba presente en la habitación y la rubia no quería imaginarse cómo estaría en la calle. Se respiraba humedad y prácticamente podía sentir cómo se adhería a su piel.

                Se dio un rápido baño con agua fría para combatir el calor. Deshizo su peinado y se hizo un moño con el pelo en lo alto de su cabeza, sin importarle demasiado el estilo. Se puso una pollera fuscia, una musculosa blanca y las sandalias negras. Aún con el aire acondicionado, se podía sentir el calor en el comedor. Este tipo de clima la sofocaba y, por lo general, optaba por pasárselos encerrada, frente a un ventilador leyendo, pero no estaba en su casa y no iba a desperdiciar un día en Londres por no tolerar el calor. Estaba decidida a seguir recorriendo la ciudad,  de modo que salió del hotel en cuanto terminó de desayunar. Bueno, un desayuno almuerzo, pensó divertida. Ya comería algo en la calle, calculó.

                El calor la abrazó en cuanto salió y de inmediato se puso los lentes de sol.  No había aire circulando y, de haberlo, era aire caliente. No envidiaba a ningún inglés en esos momentos. Con el mapa en la mano, se encaminó a Camden town. La noche anterior, Zayn le había asegurado que no podía irse de Londres sin conocer ese mercadillo y ciertamente no pensaba hacerlo.

                Se maravilló por los colores. Las fachadas de los edificios eran de colores varios y muy llamativos, totalmente contrario a la parquedad que se les atribuía a los ingleses. Por un momento, le hizo acordar al Once, en Buenos Aires o a la Boca. No tenía un lugar tan extravagante en Montevideo, pensó. Lo que más se le acercaba era el Barrio de los judíos. El caso es que en cualquiera de los cuatro lugares, había mucha gente, gente caminando en todas las direcciones, gente ofreciendo sus productos, gente preguntando precios, niños llorando y madres gritando que no corrieran. Londres parecía estar más vivo que nunca, a pesar del calor agobiante. Juliana terminó comprándose una capelina negra para el cabello, de lo contrario se le achicarraría el cerebro.

                No tenía mucha plata, compró alguna chucería, pero se dedicó más que nada a pasear y mirar a las personas. Observar a la gente caminar, absortos en sus objetivos, pensando en la comida de la noche o el trabajo que debían entregar a sus jefes a primera hora del lunes, le fascinaba. Le fascinaba mirarlos y tratar de adivinar su historia. Además, ayudaba mucho para construir un personaje, de hecho, así había contruido a María Cristina. Había visto caminar por 18 de Julio una abuela y una nieta. La señora tenía la piel curtida, como alguien que había vivido y trabajado mucho, alguien que tenía experiencia, mientras la nieta era una preciosa jovencita, de cabellos rojos y sonrisa risueña. Para ese entonces, la idea de escribir una novela le rondaba en la mente y en cuanto vio a la señora lo supo: era el personaje que buscaba. Era María Cristina, la vio en ella. Mientras que la nieta, era María Cristina de joven, sin tener conciencia de la injusticia para la mujer y sin saber que de un momento a otro debería trabajar en una fábrica textil en cuanto se muriese su padre.

                Juliana comió nuevamente fish and chips mientras conversaba con el vendedor, que le comentaba que se había venido de México hacía años y que si bien había peleado por un lugar, en la actualidad estaba feliz, viviendo en la ciudad más cosmopolita del mundo con su señora y su pequeño hijo. Aunque tímida, le encanta escuchar la historia de vida de gente común y disfrutaba sabiendo que había gente feliz en el mundo. La calle era un río de buenas historias y personajes, sólo había que aprender cómo pescarlos.

Preguntando se llega a One directionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora