El aroma de la eternidad

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He muerto y resucitado tantas veces que no se si vivo para morir o me muero para saber si vivo. Soy una semilla que agarra firmemente con fuerza en la oscuridad de la tierra donde me encuentro. Soñando con germinar y asomarme al cielo donde brille el sol que me alimente con sus cálidos rayos. Un brote verde dispuesto a levantar su cuerpo y desnudo de nada me visto de hojas que no pasan en blanco. Romper ese velo que me aparta para encontrar la luz. Para saber de otra vida emerjo de una profunda oscuridad y me alzó erguido en un proceso doloroso si crezco en libertad hacia el sol que me invita a la vida. En mi tallo está escrito cada empuje para elevarme por encima del prado y contemplar es esplendor de la yerba que huele a esperanza. Desplegar en un amanecer luminoso el cuerpo de una flor que se abre por completo si despierto. Esparcirme por todas partes con una fragancia única y vivir en el aire perfumado. Recibir la visita de las abejas y entregar un néctar divino. Para sembrar los campos de la conciencia. Se extiende mi espíritu por todos los lados. Hasta desvanecerme en mi sueño y despertar quizás a otras realidades de moradas desconocidas que no tengo incertidumbre si me dejo fluir. Consciente de una belleza infinita una dicha inefable en el alma de un suspiro. Destilo colores en cada sonrisa mi destino si me miras tengo buena planta. Mi lluvia son amores que huelo a tierra mojada. Que soy el rocío de cada mañana que corren por las hojas como lagrimas derramadas en la noche. Efímera belleza que todo termina cuando pasa la primavera. Qué no puedo impedir el marchitarme y sólo estoy de paso. Qué cuando me vaya dejaré nuevas semillas donde continuo vivo para retornar a futuros ciclos de vida. Dejaré en el fruto del olvido la huella de una mirada perdida contemplando un firmamento de estrellas. Las mismas que nacen y mueren en el jardín galáctico. Las espirales de las galaxias giran alrededor agujeros negros en una majestuosa danza cósmica imposible si quiera de imaginar. Tan tenebrosa como mágica la música de las esferas. Allí me encontrarás en un orbe infinito que se extiende más allá de los vacíos. Más allá de lo que se puede comprender. Que sólo somos un misterio sin revelar. Un secreto de Dios guardado en su pecho. Una flor con el aroma de la eternidad mi conciencia.


Alberto Real Borrueco

El desván del gato verdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora