Dejarse llevar por el viento

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Cada acción tiene unas consecuencias. Cada decisión conlleva un desenlace distinto. Cada momento es una oportunidad única de abrir una puerta. Cada final no es una puerta cerrada para siempre. De que sirve lamentarse porque algo termino, porque no alegrarse de que sucedió una vez. No hay mayor pena que transcurra la vida sin que ocurra nada. Si vivir es arriesgarse una y otra vez porque el miedo a volar y ser libres. No vale solo con intentarlo porque no creer que no hay imposibles mientras existan cosas increíbles. Que importa que digan los demás, nadie tiene el manual de instrucciones. No me da vergüenza de equivocarme, porque no vine a ser el objetivo de las expectativas de los demás. No me importa el supuesto prestigio que se genera del reconocimiento de los aciertos de los que alcanzan un éxito que no tiene nada que ver con lo que pienso que es necesario para avanzar en esta sociedad. Una mundo demasiado competitivo que solo valora la eficacia y rechaza al que no alcanza los requisitos suficientes.  A veces no me entero de la misa la mitad y me importa poco algunos conceptos de lo que parece indispensable. El caso es que cada día me encuentro más contento conmigo mismo. Con cada paso nuevo que doy. La autenticidad y la aceptación es fundamental y no estar sujeto a los dictámenes de obsoletas creencias. Porque la dignidad de vivir en paz no tiene precio y he decidido dejarme llevar por el viento.

Alberto Real Borrueco  

El desván del gato verdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora