Dar las gracias

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Los hay que buscan que buscan el éxito a cualquier precio, ser los mejores en un mundo donde se pierde hasta la dignidad. Un mundo hedonista que ansia una felicidad transitoria con el placer inmediato. Para sentirse plenos se busca el reconocimiento de los demás. Se humilla al que se equivoca y se vanagloria a la eficacia. Se busca la perfección en un mundo imperfecto. La mayoría de los habitantes de este planeta sobreviven a duras penas con poco. Para unos su sueño es el poder y la opulencia y para otros una taza de arroz. Para el avaro nada es suficiente y por mucho que posea sus manos siempre las tiene vacías. Para el que siente necesidad de lo más imprescindible para vivir, una ducha caliente es un deleite de los sentidos. No valoramos lo que tenemos. El sol, el mar y las estrellas pasan inadvertidas, así como los amaneceres y los verdes bosques. ¿Dónde están nuestros tesoros?. ¿Dónde está el verdadero sentido de la vida?. Cuando prestamos más atención a lo que tenemos que a lo que nos falta, la vida cobra otros sentido distinto. Cuando hay un reconocimiento de gratitud por la vida por lo que podemos disfrutar de ella. No son grandes bienes materiales lo que necesita el alma que quiera encontrar un tesoro. La actitud de sentirse vivo y dar gracias por todo aquello que pasa desapercibido, cuando los ojos que miran no son los del alma. Es nuestra alma la que reconoce la belleza implícita en todas las cosas. Cuanta belleza hay en la mirada cómplice que sabe escuchar como late el corazón ajeno, al ritmo del corazón del universo.


Alberto Real Borrueco

El desván del gato verdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora