El desván del gato verde

Implosión

No creo en más cielo que el que contemplo dentro. Ya lo decía el Maestro el Reino de los Cielos está dentro. También apuntaba que hasta que no fuéramos como un niño no entraríamos en ese Reino de los Cielos. Así que hasta que no nos olvidemos de toda culpa no podremos sentirnos libre en la divina inocencia. Vamos perdiendo con el paso de los años nuestra verdadera esencia para perdernos en un laberinto de las ideas que nos enseñaron. Así vivimos en una ilusión lejos de nosotros mismo. Sorbiendo pequeñas cantidades de un néctar que no acaba de saciarnos la sed. Efímera felicidad que desaparece como una estrella fugaz por un instante para dar paso a un vacío inmenso. Sólo dentro se halla la lámpara perpetua que ilumina la existencia. Sólo en el más absoluto silencio se puede escuchar el latido de los corazones. Sólo si cierras los ojos y miras dentro se extiende un inmenso universo por explorar. Sólo en la una entrega sin reserva se puede recibir todo lo que damos. Cansado de estar cansado. No veo más propósito en la vida que un contundente cambio de conciencia. Un cambio de sentido para que todo cobre sentido. Que nada nos turbe. Sólo en la medida que llegamos lejos dentro podemos estar cerca de alma que habita en lo que se halla fuera. Cuando dentro reconoces que una implosión de amor se extiende más allá de las partículas y de la materia. Cuando te atreves a saltar hacia el vacío a sabiendas que lo sueltas todo para llenarlo todo. En un desapego sin condición. Sin dependencia la independencia de ser libre. Todo el tesoro es donde pongamos el corazón. Nada permanece para siempre. Todo pasa. Tan sólo hay algo que jamás caduca y eso es el amor que has dado. Allí donde apenas nadie mira. Lo que pasa desapercibido. Lo que produce indiferencia. En un detalle pequeño se revela la vida con todo su contenido. Sólo dentro el reencuentro con nosotros mismo. El alma sosegada en el silencio calmada.

Alberto Real Borrueco