Nos enseñan a competir para aprender a sobrevivir. Para estar por encima a consta de todo. Se premia la eficacia pero no se valora suficientemente el esfuerzo. El éxito para ser reconocido por los demás y el fracaso para ser la diana de todas las críticas. Ser el mejor, el ganador, el más guapo, el más rico, el más de todo. Pero somos imperfectos en un mundo de exigentes. No destaca más la vida del triunfador sino la gracia del que vive para que los demás tengan éxito. Los primeros no representan necesariamente las personas más felices. Quizás las alabanzas las necesiten los que se creen mejores para alimentar su ego. Es de más amor lo que precisa el imperfecto. Pasa desapercibida la gloria del que asume sus derrotas y reconoce sus defectos. Las grandes personas suelen ser las que se contentan con las pequeñas cosas.
Alberto Real Borrueco
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El desván del gato verde
SpiritualEl desván del gato verde es un compendio de reflexiones, sobre el mundo que nos rodea y la vida en general escrito en clave de poesía. Un viaje a través de pensamientos, que consideran a la espiritualidad, la brújula fundamental para tomar rumbo ha...