Las apariencias

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No se porque extraña razón nos cuesta mostrar nuestros sentimientos. Es como si tuviéramos que mostrar una cara ruda y de ir sobrados por la vida. Aparentar fortaleza, llevar la razón, impartir consejos que no se cumplen hacia uno mismo, actuar con cinismo para provocar unas risotadas y sobre todo no mostrar la más mínima vulnerabilidad o debilidad que eso queda muy feo de miras a la galería. Todo el apasionamiento si hablamos de fútbol, política o de criticar a la del tercero pero nada de mostrar el corazón y gestos de humanidad que eso es para la sensibilería. Construimos una sociedad que no se expresa desde dentro. Lo que vale es la fachada y los títulos que tengas colgados en la imaginación. Lo importante es el reconocimiento y ser digno de admiración. Para ser un hombre de bien o una mujer de derecho. Nos alegramos de las desgracias ajenas, porque no nos gusta aceptar la felicidad que no sea la propia, menos si el tipo te cae mal que le caiga un rayo y lo parta en mil pedazos. En grupos no está bien comentar nada que sea profundo no vaya a ser que nos saquen de la superficie donde estamos acomodados. Los marginados a veces son los que tienen la culpa de todo. Es más fácil decir: "El se lo ha buscado" "Es lo único que se merece" "No tienen solución" y cosas similares. Nos cuesta mucho introducirnos en piel ajena y nos incomodan las diferencias. Valorar el romanticismo es cosa de tontos. Conversar de temas espirituales es de majaretas y de crearse castillos en el aire. No es de sentido común lo que no opina la mayoría. Hace falta mucha alma y sobra mucho postureo. Abrir el corazón y escuchar desde dentro es indispensable para comprender el mundo que fuera nos rodea. La belleza una vez más se esconde en una mirada que muestra sinceridad y sobre todo la honestidad de sentirse imperfecto. No hay que disimular la pena. Ni tampoco la alegría. Sobran máscaras de hipocresía. Todos, absolutamente todos, no somos mucho mejor que los demás. A lo único que aspiro es a aprender a amar. Poco importa si no está de moda la ternura. Esta vida se pasa pronto y sólo el tiempo que se ama es lo que perdura.


Alberto Real Borrueco

El desván del gato verdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora