Los hombres santos

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Atravesamos tiempos difíciles. Se repiten los ciclos. Siempre acaban volviendo las crisis. Más que nunca el retorno de almas inocentes, que propaguen un mensaje de paz y unión es necesario. Un oasis en medio de un extenso desierto, es un hombre santo. Sentimos que algo falla, sin saber realmente qué es. Sentimos la sed que sacia el espíritu que se colma de paz interior, cuando bebe de la fuente del amor auténtico. Demasiada hipocresía. Demasiada agua sucia que enturbia nuestros pensamientos ahogando al verdadero Ser oculto y olvidado, que espera la primera gota de lluvia. Nos hace falta el retorno, de las almas inocentes de los hombres santos. Miradas diáfana que atraviesan los velos que ocultan la verdad hermosa. Sólo el Amor, en su inmensa manifestación, despierta la esperanza de los que siguen dormidos en el sueño de la razón. Un desfile de muertos mirando pequeños espejos de irrealidad, caminan sin sentido hacia los precipicios de la nada, esperando nada. Hacen falta las almas de los santos para iluminar la oscura materia, que en su densidad opaca, no permite contemplar los cuerpos de luz. La invocación sagrada de las almas que abandonaron este mundo ilusorio y en su retorno van depositando en cada corazón una gota de luz, que se expande en el lago de la conciencia, como ondas infinitas de ilimitada ternura. Desde las moradas invisibles, la huella intangible que dejan los mensajeros divinos. También la de los ángeles que caminan por este mundo terrenal. Luminosas antorchas no visibles por los ojos físicos. Escondido resplandor, que derrama luz en esta larga noche de los desencuentros. Tan sólo en una sonrisa de sus ojos se atisba la intensa llama que emana de sus profundas almas. Nunca es tarde para que vuelvan los hombres y mujeres santas, que restauren la justicia y el equilibrio en un mundo de caos. El universo está lleno de amor. Se abren los párpados cerrados de los hombres santos, que despiertan de un sueño en el que estaban sumidos. La inmensidad de un océano contenida en una mirada, donde navegan de nuevo las víctimas de un naufragio universal. El Amor su único destino.


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Alberto Real Borrueco

El desván del gato verdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora