El respeto a si mismo

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No venistes al mundo a cumplir las expectativas de los demás. No estás obligado a ser agradable al paladar ajeno cuando no compartes los mismos gustos. No tienes que hacer nada para ganarte el cariño de los demás, si los demás no te ofrecieron jamás su cariño. No tienes que caer bien a la gente, si con ello dejas de ser tu mismo. No sigues otro guión escrito, que el que vas dictando a cada paso tu alma. No pierdes los papeles, cuando tu locura es vivir allá donde te lleve el viento. No tienes que examinarte de nada para ser merecedor del amor más grande. Por que el amor no se examina, si ya está aprobado en cada instante que se está dando. No hay asignatura pendiente, que la de estar pendiente de amarte profundamente. No hay ideología que sustituya una conciencia libre que se funde con la leyes del universo en continua expansión. No hay dogma, ni creencia, ni norma, ni pauta que el respeto por ti mismo y el corazón ajeno, como si fuera el tuyo. No hay culpa que oscurezca tu esencia, si antes de cometer un error ya estás perdonado. Es tu sombra que te sigue la que te hace humano y que se detiene a cada paso. Pues forma parte de ti y es como la luz que desprendes a través de tu mirada, que se reconoce en la belleza de tu alma labrada por un misterio que no se acaba de revelar nunca. No hay libro de instrucciones. Ni sentido común, cuando se convierte en la perspectiva del que impone su criterio a uns fuerza, sin sentido. No estás vivo, para acertar, ni que seas merecedor de un premio y un aplauso de un gran público. No has venido a ganar nada, ni a perderlo todo. No hay más reconocimiento que reconocerte a ti mismo, lo que los demás no te reconocen. No hay más valoración, que el valor que tengas para seguir vivo en un mundo a veces complicado de comprender. Acaricia tu mejilla y seca tus lágrimas en un pañuelo de compresión hacia ti mismo. Qué nada te robe el aliento, cuando llama a la puerta la decepción y el desaliento. Nadie puede urtarte tus ganas de vivir. No tengas miedo de nada, si tu propósito en la vida es poder servir amorosamente en cada instante al servicio del amor. Absolutamente nada puede hacerte claudicar, si no te rindes ante la adversidad, con una sonrisa toda tu identidad. Cierra con el apósito de la compasión, la herida que sangra profusamente en la herida de lo imperfecto. Desgarra el vestido de lentejuelas de la soberbia y deja desnuda la hipocresía con cada acto de amor, tu conciencia tranquila. Es tu piel la que refleja en la humildad de reconocer tus defectos y entender que no vinistes al mundo para acertar sino para aceptar lo que eres, en ello reside toda la verdad. Amate a ti mismo, si deseas amar a los demás. Cuidate a ti mismo, si quieres velar por lo ajeno. Es tan inmensa la ternura que esconde dentro de ti, que tu alma necesita un baño de dulzura para aclarar tu pena de tan hermosa realidad, la de estar vivos. Es el Amor inefable que invade tus entrañas en una implosión desde tus adentros. Esa eclosión de de amor puro, si no eres otra cosa que aquello que das, que visión ilusoria de este mundo te podrá engañar, si subido a esa cumbre estás. Tu patria la serenidad como único territorio. Tu frontera la que nunca te separe de la infinita libertad. ¿Quién podrá arrebatarte tanta paz?¿Quién te podrá dañar, cuando no existe el miedo a poderte amar?

 ¿Quién podrá arrebatarte tanta paz?¿Quién te podrá dañar, cuando no existe el miedo a poderte amar?

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Alberto Real Borrueco

El desván del gato verdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora