Amor ferroviario

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Ella todos los días le llevaba el café y antes de cruzar las vías le preguntaba si no pasaban trenes. El ferroviario esperaba con impaciencia la hora del encuentro. Un reloj detenido en el tiempo marca ahora los recuerdos. No era un hecho trascendente, ni relevante en el transcurso de sus vidas repletas de miles de sucesos. Pero pasado el tiempo se convierte un hecho cotidiano, en momento que perdura eternamente. Un instante que se viste de nostalgia y un para siempre del amor que desnuda, la memoria de otra época. En el silencio de la ausencia irrumpe la melancolía y la soledad muestra sonrisas de ojos tristes ¿Donde están ahora sus voces, las tiernas miradas? ¿El sol de la tarde que ilumina sus rostros? ¿De que conversarían a la hora del café? No nos damos cuenta, cuando realmente somos felices, porque no esperamos, ni somos conscientes de la dicha que estábamos viviendo. En los asuntos sencillos que ofrece la vida, verdaderos tesoros pasan inadvertidos. Continúan pasando trenes cerca de aquella estación abandonada. En el viento sigo escuchando el eco de sus voces y la imagen de la sonrisa ancha enamorada.


Alberto Real Borrueco

El desván del gato verdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora