El desván del gato verde

La carpa y la realidad

La carpa que nunca salió del estanque, piensa que su mundo acuático es el único mundo posible. Sencillamente no puede respirar en ese otro universo y ni siquiera se molesta en asomar la cabeza fuera del agua. Quizás alguna carpa que fue atrapada por un pescador y la devolvió al agua, atisbó un destello de iluminación en un instante de angustia y confusión. Por un momento se encontró con otra realidad, para luego huir a toda prisa lejos de la amenaza, cuando le devolvieron la libertad. Así somos nosotros. Nos pensamos que con nuestra inteligencia podemos darle explicación a todo y solo creemos en lo que vemos, pero las carpas no se imaginan lo que hay fuera del agua, ni nosotros podemos imaginar por un instante el universo inconmensurable que nos rodea. También cuando percibimos otra realidad nos asustamos como la carpa y huimos de cualquier experiencia trascendental. Picando en los anzuelos, de mundos ilusorios a los que nos sentimos irremediablemente atraidos. Esta vida esta llena de cebos, con los que caemos en redes de promesas de felicidades efímeras y engaños que generan la soberbia. Nuestras verdades se fundamentan en nuestra percepción y en un montón de creencias, ¿pero realmente sabemos algo de nada?, ¿Realmente nos importa saber algo?, ¿o sencillamente es más fácil negar lo que no se puede explicar y tenemos miedo a traspasar los límites de esta realidad que vivimos?. Como si fuéramos una mosca que se golpea una y otra vez con el mismo cristal, caemos en los mismos errores y elegimos los mismos caminos equivocados, porque solo vemos lo que creemos que vemos, en nuestra cabezonería y terquedad preferimos seguir así toda la vida a dejar que se produzcan cambios en nuestro interior. Siempre hay una ventana abierta que nos ayude a recuperar la libertad, la libertad del que se atreve a salir de la habitación oscura para encontrar de la luz de un nuevo día. Un nuevo horizonte. Una nueva luz.

Alberto Real Borrueco