Mirando al fondo del espacio me miro más hacia dentro de mi mismo. En lo más profundo del universo en la medida que me observó en mi interior más perdido me encuentro al mismo tiempo que fascinado. En este viaje que realizo con el pensamiento me sumerjo en los confines del cosmos para encontrar un atisbo del Ser. Desafió a la razón, desde mi humilde morada en la tierra. Como no podía ser de otra manera. Formo parte del todo y el todo se refleja en en mi pequeño cuerpo, donde albergó la inmensa profundidad del ser. Infimo pero significante. Con muy pocas certezas penetro en un universo de incertidumbres. No hay respuestas pero en la medida de que soy consciente de la paz que me embarga mirar al cielo, necesito hacerme menos preguntas. Quizás porque no obtengo mas respuesta que la que me indica que estoy vivo por algo. Conocer el verdadero propósito que me trajo por aquí.Intuyo que nuestro ADN se diseño posiblemente por los alquimistas del espacio. El laberinto de la conciencia es un misterio que me inquieta al mismo tiempo que embelesa. Tengo la sensación de que el hombre siempre esperaba algo, cuando perdía su vista hacia los confines de los límites del universo. La certeza de que no estamos solos al penetrar en el insondable misterio del cielo infinito. Quizás en algún lugar de Orión o de las Pléyades esperamos la vuelta de los dioses. Desde tiempos inmemoriales invocaban a las estrellas para que retornaran los creadores de la humanidad. Quizás el regreso de los dioses que dejaron una huella y una promesa. La huella del camino a seguir y la promesa de volver. Hace mucho tiempo germinó la vida en nuestro pequeño planeta y sinceramente no creo en la casualidad. Quizás nunca se marcharon del todo. Quedan tantos misterios por desvelar cuando miro hacia la bóveda celeste. Por mas que nos empeñemos a comprender la dimensión de un firmamento infinito habitado por otros seres, no podemos más que ser humildes y bajar la barbilla para mirar la tierra que pisamos. Seguir caminando por los senderos las noches estrelladas para de vez cuando alzar nuestra mirada al orbe cósmico. En la soledad sonora. Invocar al misterio sin ponerle nombre y esperar una respuesta que colme nuestros corazones maltrechos. Mientras se derrama una lágrima. El contenido del sentimiento del universo. La poesía cósmica al abrigo de un silencio tan aterrador como deslumbrante. Si se pierde la mirada entre millones de galaxias. Antiguamente el hombre observaba esta maravilla con estupor y hacía construcciones orientadas hacia a las estrellas. Esperando el retorno de los instructores. Hoy no nos atrevemos a mirar este milagro. Casi nada nos asombra. Hipnotizados por nuestras pequeñas pantallas y los universos virtuales, olvidamos nuestra verdadera señal de identidad. La génesis y nuestro origen, pertenece sin duda a la herencia que nos dejaron los crearon la magia de la vida. Y más allá de esos instructores esta el principio de todo. Que ni tú, ni yo podemos siquiera imaginar. El secreto de Dios que mejor quedé siempre sin desvelar. Sino este prodigio de tan inmensa hermosura no sería ya lo mismo. Si se adivinara por desventura nuestra limitada razón este conocimiento. Se perdería el embrujo de este encantamiento.
Alberto Real Borrueco
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El desván del gato verde
SpiritualEl desván del gato verde es un compendio de reflexiones, sobre el mundo que nos rodea y la vida en general escrito en clave de poesía. Un viaje a través de pensamientos, que consideran a la espiritualidad, la brújula fundamental para tomar rumbo ha...