Tercera parte
📝
Tuve que cerrar los ojos con toda mi fuerza para no echarme a llorar.
Me sentía traicionado, pero no por ti. Nosotros ni siquiera somos amigos y no tienes idea de mis sentimientos, por ende, no me debes ningún tipo de fidelidad.
Nora, en cambio, es mi única amiga en el mundo, una de las pocas personas en las que he confiado y la única que sabe cuánto me gustas.
Afortunadamente, ella se alejó de ti unos segundos después y miró en mi dirección. Antes de que las lágrimas pudieran delatar mi dolor, salí corriendo de la estancia, logré llegar hacia una salida de la parte trasera de la casa y me escondí entre unos árboles situados al fondo del inmenso jardín.
Nora me encontró varios minutos después. Para entonces, yo tenía los ojos hinchados y la nariz tapada a causa del llanto.
—Amigo, ¿estás bien? —preguntó al sentarse junto a mí sobre el césped.
Era obvio que no lo estaba. Dejé que mi silencio le respondiera.
—Te juro que yo nunca lo habría besado —aseguró mientras me abrazaba—. Él ni siquiera me gusta.
Yo seguía sin decir nada. La verdad es que no sabía qué contestar.
—Me tomó por sorpresa, lo juro, lo juro... —Continuaba defendiéndose. Sonaba bastante ebria—. Tú eres el único que me importa, amigo.
Insistió tantas veces que, finalmente, decidí creerle.
Ella prometió que no volvería a acercarse a ti, pero no debió prometerlo. Está en todo su derecho a estar contigo si eso es lo que quiere.
Debí decirle que no hay problema alguno en que te bese, porque no eres de mi propiedad. Tanto ella como tú son libres de hacer lo que les plazca. A pesar de ello, seguía sin decir una palabra. No sé qué sería de mí si iniciaras una relación con Nora. Sé que aprendería a soportarlo con el tiempo, pero sufriría bastante en el proceso.
Nora y yo regresamos a tu casa después de mucho rato. Ella se quedó en la estancia, mientras que yo subí las escaleras en busca de un baño. Necesitaba lavar mi cara y eliminar cualquier rastro de llanto.
Sabía que había un baño en el primer piso, pero se me ocurrió que tal vez podría conocer tu habitación. La reconocí gracias a la puerta: tenía pegatinas de pelotas de fútbol. Definitivamente se trataba de tu cuarto.
Entré con sigilo y quedé maravillado con lo que vi. Había pósteres de deportes y de bandas de rock por todas partes y, si bien no soy fanático, me gustó ver un poco de lo que te apasiona.
Sobre tu cama de sábanas azules se encontraban los pocos regalos que te habían llegado, entre ellos el mío, envuelto en papel con pelotitas de fútbol.
No pude evitar imaginarme contigo a solas en la misma habitación, quizá besándonos o simplemente mirándonos en completo silencio mientras dejábamos que nuestros ojos dijeran todo por nosotros.
Para mi sorpresa, mis imaginaciones se hicieron realidad cuando entraste al cuarto.
Evidentemente estabas mareado. Tenías los ojos entrecerrados y los labios curvados en una atractiva sonrisa.
—¿Qué haces aquí, Charlie? —preguntaste. Sonabas tan ebrio como Nora.
—Oh, yo... eh... yo... me perdí buscando el baño —mentí, nervioso.
Llevé una mano a la cara. Tú te echaste a reír.
Iba a pedirte que me llevaras al baño, pero me interrumpiste diciendo:
—¡Ahí está tu regalo! —Apuntaste hacia tu cama.
Te acercaste a ella y tomaste mi obsequio para abrirlo. Tras desenvolverlo, notaste que se trataba de un disco de vinilo de Guns N Roses.
—¡No puede ser, Charlie, me fascina! —exclamaste con alegría—. ¡Muchísimas gracias!
—No fue nada, en... —comencé a decir, pero me callé cuando te acercaste a mí y me abrazaste por segunda vez con más fuerza que en la primera ocasión.
Sentí que nuestras almas se conectaron mediante el segundo abrazo. Éramos un rompecabezas destinado a ser armado y dos chicos que no eran nada, pero que algún día lo serían todo.
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Hola, Caín [Gratis]
Teen FictionCharlie ama a Caín en secreto. Él cree que nunca será correspondido, pero el destino tiene sorpresas entre manos. ☁️ Charlie es un chico tímido y silencioso de dieciséis años que le escribe cartas sin enviar a Caín, su compañero de clase y amor plat...