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Hola, Caín.

Pasamos casi dos semanas chateando.

Lo gracioso es que apenas nos dirigimos la palabra en el colegio, pero decimos de todo en las redes. Supongo que la tecnología no es tan mala como algunos creen; esta me ha ayudado a comunicarme contigo de una forma que no me permite la timidez en la vida real.

Ahora sé mucho sobre ti. Sé, por ejemplo, la verdadera razón por la que faltaste tanto al colegio el año pasado: tuviste varicela. Recuerdo que te extrañé mucho en aquellos días, aunque ni siquiera me mirabas o me hablabas como ahora.

Me confesaste que te dio vergüenza que nuestros compañeros supieran el motivo de tu ausencia, así que decidiste mentir y decir que fuiste de viaje con tus padres. Una mentira muy poco creíble ahora que sé un poco sobre cómo son las cosas en tu casa.

No pude evitar mencionarte que fue muy curioso que comenzaras a faltar justo después de que Manuel, tu antiguo mejor amigo, se fuera del colegio. En ese entonces, pensé que tenías mucha pena y que por eso te quedabas en casa, y sigo sosteniendo dicha teoría, porque ya no eras el chico sonriente y risueño de siempre al regresar a clases. Pasaron varios meses antes de que volvieras a ser el mismo.

"La verdad es que me dio mucha tristeza que se fuera" admitiste de repente mientras chateábamos. "Lo extraño más de lo que me gustaría extrañarlo".

Honestamente, me puse muy celoso al leerlo.

No pude evitar pensar que tal vez hubo algo más que amistad entre Manuel y tú. Quiero decir, pasaban todo el tiempo juntos, e incluso cuando estaban con el resto de tus amigos podía notar que ustedes se miraban mucho más de lo que veían a los demás.

"Lo siento" envié. "¿Sigues en contacto con él?".

"No" respondiste. "Ni siquiera nos tenemos agregados en Facebook. Se fue y nunca más volvimos a hablar".

"¿Por qué?" pregunté. "¿No eran tan amigos?".

"A veces las amistades mueren, Charlie. Es normal".

Sentí que querías decirme algo más, así que hice acopio de todo mi valor y consulté:

"¿Nuestra amistad morirá?".

Tenía el corazón en una mano. Odio pensar en la posibilidad de perderte sin siquiera tenerte.

"No puedo responderte eso" contestaste. "Aún no sé ver el futuro jajaja".

"Yo quiero ser tu amigo para toda la vida" envié por impulso.

Me arrepentí de inmediato. No porque sintiera vergüenza, sino porque estaba mintiendo. No quiero ser tu amigo toda la vida, Caín. Quiero ser mucho más que eso.

"Tal vez lo seremos :)" sugeriste, y no supe cómo sentirme.

Por un lado, quiero que nuestra cercanía sea eterna, pero no debido a una simple amistad. Quiero todo de ti: besarte hasta que nos ardan los labios, conocer cada centímetro de tu cuerpo, recorrer el mundo junto a ti y ser felices por lo que nos reste de vida.

Iba a enviarte un nuevo mensaje, pero tú te adelantaste preguntando:

"¿Qué harás mañana, Charlie? ¿Quieres ir conmigo a los bosques de las afueras de la ciudad?".

Te dejé el visto, porque no supe qué responder. No sabía si ponerme a saltar de felicidad o morir de miedo. Sería nuestra primera especie de cita en otro lugar que no fuera tu casa.

Poco después del mensaje que aún no respondía, enviaste otro:

"Me gustaría mucho que fueras conmigo".

Y ese mensaje bastó para que aceptara tu propuesta.

Mañana será un gran día, hermoso. Espero que pase algo importante entre nosotros.

Te quiere,

Charlie.






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