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SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE

El pánico que sentías era palpable, pero lograste contenerte para emitir las supuestas explicaciones que esclarecerían lo ocurrido.

—Todo empezó cuando tenía catorce años —iniciaste—. Como sabes, estaba tan desesperado por ser aceptado por la gente y tan aterrado por mantener mi verdadera identidad en secreto que me uní al equipo de fútbol del colegio y me acerqué a uno de los chicos más populares del grupo, o sea, a Hardy. Sabía que él no era una buena persona, pero me moría de miedo de que mi padre se enterara de que sentía algo por los chicos y de que era un apasionado por el arte. Necesitaba a Hardy cerca para que nadie sospechara sobre mi verdadero yo. Lo necesitaba para mantenerme a salvo, Charlie, tú lo sabes más que nadie.

Intentaste acercarte, pero mantuve la distancia entre nosotros.

—¿Por qué Hardy te permitió entrar en su grupo tan fácilmente? —pregunté, inevitablemente intrigado.

—No lo sabía entonces —respondiste, un poco más tranquilo, pero tus ojos seguían empapados—. Sin embargo, tenía mis sospechas. Hardy me miraba de una forma en la que no se miran los amigos, sobre todo cuando nos cambiábamos de ropa en los vestidores. Siempre buscaba excusas para quedarse a solas conmigo e incluso alejaba a cualquier chico que intentara acercarse a mí y que no perteneciera a nuestro grupo.

—O sea, le gustabas —concluí, aunque ya lo sabía.

—Así es. —Resoplaste con hastío—. Al principio no me importaba, porque éramos muy jóvenes y no me hostigaba ni nada parecido... hasta que un día me besó.

Ahí estaban las náuseas otra vez.

—Nos encontrábamos en una pijamada en mi casa, a la que solo se presentó Hardy —proseguiste—. Los demás, supuestamente, no pudieron asistir, pero luego descubrí que Hardy les pidió que no fueran.

—¿Qué pasó después del beso? —Pese a todo lo que descubrí sobre ti, no pude evitar ponerme celoso.

—Al principio me ganó la excitación y me dejé llevar, pero me alejé de él un par de minutos después, porque lo cierto es que no me gustaba. No me parecía una buena persona, solo era su amigo porque lo necesitaba para mantener intacta la imagen del hijo ideal que a mi padre tanto le fascinaba.

—¿Cómo reaccionó Hardy luego de tu rechazo? —inquirí a pesar de que ya sabía la respuesta.

—Muy mal. No concebía el hecho de que no me gustara como yo le gustaba a él. Me dijo que estaba enamorado de mí y juró que haría lo que estuviera a su alcance para que yo sintiera lo mismo... incluso llegó al extremo de amenazarme con contarle a mi papá que nos besamos, luego me confesó que todo estaba grabado y me mostró el lugar donde dejó su teléfono para capturar nuestro momento. Dijo que, si yo me alejaba de él, todo el mundo vería nuestro video.

—Es un demente —afirmé, ya no tenía dudas—. ¿Qué pasó después?

—Yo... —Te callaste por varios segundos antes de seguir—. No tuve más opción que ser su novio en secreto.

—¿Qué? —El aire abandonó mis pulmones—. ¿Fuiste novio de Hardy?

—Lamentablemente, sí.

—Así que Manuel no es tu primer amor —espeté—. Es Hardy.

—Te equivocas. A Hardy nunca lo amé, solo estaba con él porque no tenía opción. Necesitaba mantener mis secretos a salvo.

Ya no quería enterarme de nada más. Quería irme, pero me obligué a quedarme y a escuchar hasta el final.

Hola, Caín [Gratis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora