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Sexta parte

📝

—Ven conmigo —pediste, y yo te seguí.

Caminamos hacia un extremo del ático, en donde había una escalera de manos que llegaba hasta una ventanilla del techo. Subiste primero, abriste la ventana y desapareciste en las alturas, pero regresaste la cabeza para mirarme.

—¿Vienes o te da miedo? —preguntaste con una sonrisa desafiante.

Mi estómago se revolvía de los nervios. Lo cierto es que sí, le temo a las alturas, pero por ti soy capaz de todo.

Subí la escalera entre temblores y dudas. Al llegar a la abertura que separaba el ático del techo, me quedé de piedra debido al vértigo.

—Vamos, Charlie, no pasará nada —prometiste.

—Estoy asustado —admití, a punto de mojar mis pantalones—. Sufro de vértigo.

No solo de vértigo, sino que también de una ansiedad que ni los más poderosos ansiolíticos podrían controlar. Mi cerebro es un lugar muy penumbroso, Caín.

—Dame tu mano. —Me extendiste la tuya—. No dejaré que nada malo te pase, lo prometo.

Todos los nudos de mi estómago se convirtieron en mariposas.

Llené mis pulmones de oxígeno y me decidí a tomar tu mano. Me ayudaste a subir y, con mucha dificultad, logré llegar hasta ti.

Estábamos tan arriba que ni siquiera me atrevía a mirar abajo o a ponerme de pie. Tú te incorporaste como si estuvieras acostumbrado a deambular por el techo y caminaste hacia lo más alto.

—Sígueme —vociferaste, y yo subí gateando hasta ti.

Llegamos a una parte del tejado que era completamente recta. No había nada en el lugar salvo tú y yo bajo las estrellas.

Al darme cuenta de que el techo no se rompería bajo mi peso, entré en calma y escudriñé a mi alrededor. La vista desde tu casa era sobrecogedora. Nos sentamos uno junto al otro a escasos centímetros de distancia; estábamos tan cerca que podía respirar el aroma de tu piel.

—Amo pasar las noches aquí —confesaste mientras mirabas las estrellas—. Junto con mi ático secreto, este es uno de mis lugares favoritos en el mundo. ¿Cuál es tu lugar favorito en el mundo, Charlie?

Me miraste fijamente y mi corazón comenzó a saltar dentro de mi pecho.

"Cualquier lugar en el que estés tú" quise decir.

—Los bosques de las afueras de la ciudad —respondí en su lugar.

—Buena elección. —Curvaste tu boca en una sonrisa—. Tal vez podríamos ir este fin de semana.

Por muy feliz que me sentía, no pude evitar desconfiar.

—¿Por qué eres tan amable conmigo, Caín? —demandé, ceñudo—. No soy el chico más divertido con el que podrías relacionarte, tampoco tenemos cosas en común. Ambos sabemos que somos muy diferentes.

Sostuviste mi mirada como si quisieras adentrarte en mi cuerpo y explorar mi alma. Luego de unos segundos de silencio, miraste hacia el horizonte, mordiste tu labio inferior y te removiste con incomodidad. Pude notar que algo no estaba bien.

—¿Qué sucede? —inquirí con temor—. ¿A qué se debe tu repentina simpatía hacia mí?

Regresaste tu mirada a la mía y susurraste:

—Te necesito, Charlie.


continúa ⬇️


📝

Preguntas para los lectores 👀:

¿Cuál es su peor miedo?

¿Cuál es su lugar favorito en el mundo?

¡Abrazos!

Hola, Caín [Gratis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora