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Quinta parte

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—Si le dices a alguien sobre este lugar o sobre mi pasión por el arte, acabaré contigo —amenazaste.

—¿Qué tendría de malo que la gente supiera que te apasiona pintar? —pregunté, estremecido.

Agachaste la mirada. La tristeza invadió tu semblante.

—Todos creen y esperan algo diferente de mí —dijiste con melancolía—. Para todos soy el chico varonil, deportista y popular. Si en el colegio se supiera que me gusta pintar o que tengo una obsesión con las luces y el espacio, todos pensarían que soy gay o afeminado, y no quiero eso.

Sentí que me sacaste el corazón por la boca y lo pateaste como una pelota de fútbol.

—¿Cuál sería el problema en que la gente piense que eres gay? —Me atreví a consultar.

—Que no lo soy —respondiste como si fuera lo más obvio.

Mi mundo se vino abajo.

—Ah.

Fue todo lo que pude decir. Ambos mirábamos a los lados con incomodidad.

—Tú lo eres, ¿no? —preguntaste tras un largo silencio.

Entré en pánico.

—¡Por supuesto que no! —mentí—. ¿Qué te hace pensar que lo soy?

—No lo sé. —Te encogiste de hombros—. Tal vez que nunca te fijas en las chicas y que me miras casi todo el tiempo.

Mi pánico aumentaba cada vez más.

—¿Que yo te-te miro? —balbuceé—. ¡Eso no es cierto!

Tú reíste.

—Vamos, Charlie. —Pusiste los ojos en blanco—. Puedo notar cómo me miras en el colegio, así como noté cómo me miraste en mi fiesta y cómo me has mirado hoy.

Estaba muy avergonzado. No podía creer que te hubieras dado cuenta de todas mis miradas. Es lo que deseaba, pero nunca quise ser tan evidente.

—Es solo que te admiro mucho —repliqué—. Siempre te he considerado una persona genial, y siempre quise ser tu amigo.

—Ah, entiendo —musitaste, inexpresivo—. Bueno, me alegro de que no seas gay. No es que tenga algo contra ellos, pero sería muy raro e incómodo que te enamores de mí. —Te reíste.

"Raro".

Juro que podría tomar cada diccionario del mundo y arrancar la página en la que aparezca esa maldita palabra.

—Sí, raro —dije con el corazón roto.

Hice lo que pude por sonreír y fingir que todo estaba bien, mientras que por dentro me rompía a pedazos. Tú solo miraste a cualquier lugar de la habitación que no fueran mis ojos.

—Creo que debo irme a casa —anuncié.

—¿Por qué? —Frunciste el ceño—. ¿Dije algo que te molestó?

—Es muy tarde —respondí, y era verdad. Tras el cristal de la pequeña ventana circular que había en el ático, se veía que ya era de noche.

—No te vayas, Charlie —rogaste—. Aún hay cosas de las que quiero hablar contigo.

Te miré y me perdí en tu mirada cargada de súplica, la cual me hipnotiza como ninguna otra.

—¿Puedes quedarte un poco más? —insististe con una dulce sonrisa.

Me odio, porque, a pesar de lo dolido que me sentía, no pude negarme a aceptar.

Creo que nunca podré decirle que no a ese par de ojos marrones que calan hasta lo más recóndito de mi alma.


continúa ⬇️


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Sean sinceros: ¿Creen que Charlie tiene alguna oportunidad con Caín? Justifiquen su respuesta ahre.

Gracias por leer <3

 

Hola, Caín [Gratis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora