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Quinta parte

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Regresé al patio trasero. Ya no quedaban tantas personas en la fiesta, la mayoría se había ido a casa. Los pocos que permanecían estaban tan ebrios como yo, pero seguro que ninguno sentía una tristeza como la mía.

—¡Charlie! —llamó Hardy al verme entre la gente—. ¿Quieres jugar con nosotros?

—¿A qué? —Fruncí el ceño.

Me acerqué a él y a los demás que estaban sentados en torno a una mesa de jardín. Nora también se hallaba en el grupo, sentada sobre las piernas de Luis. Ambos se abrazaban y besuqueaban como si fueran novios.

Hardy palmeó un asiento vacío para indicarme que los acompañara.

—¿A qué están jugando? —pregunté.

—Verdad o desafío —respondió Nora, nerviosa—. No deberías jugar, Charlie, este juego es muy...

—Quiero hacerlo —interrumpí.

Todos excepto Nora aplaudieron y ovacionaron como aprobación.

—Nos van a faltar mujeres —señaló Ronaldo—. Con Charlie, somos seis chicos y cuatro chicas.

—Siete chicos —dijo alguien a mis espaldas. Eras tú, Caín—. Yo también jugaré.

El grupo volvió a festejar; Nora y yo nos miramos con tensión. Tú te sentaste frente a mí, no despegabas tus ojos de los míos.

—¿Por qué necesitamos la misma cantidad de hombres y de mujeres? —inquirí.

—Para que haya más opciones al momento de besar o tocar en caso de que ese sea el desafío —respondió Johnny con obviedad—. A menos que no te moleste besar a un chico...

La mayoría se rio. Tú y yo nos mirábamos con inquietud.

—Pon la botella de una jodida vez —ordenó Hardy.

—¡Empecemos! —Johnny puso la botella sobre la mesa y la giró. Esta se detuvo en Nora, quien eligió desafío y tuvo que besar a Luis en el cuello.

Luego de Nora, la botella apuntó hacia Hardy, quien eligió verdad. Él acabó confesando que no era virgen y que su primera vez fue con una chica cinco años mayor. Tus amigos lo felicitaron como si hubiera hecho una gran hazaña digna de ser recordada. Patéticos.

Tras girar la botella otra vez, esta se detuvo directamente en ti, Caín.

—¿Verdad o desafío? —te preguntó Hardy con una sonrisa sugerente.

—Verdad —respondiste. No dejabas de mirarme.

—¿Te gusta alguien de esta mesa? —inquirió Ronaldo.

Las chicas comenzaron a susurrar entre ellas. Seguro esperaban que las mencionaras. Por mi parte, miré a Nora en busca de apoyo. Ella no apartaba sus ojos de Luis, parecían estar en su propio universo.

Tú los miraste y frunciste los labios con evidente molestia. Al menos yo no era el único cuyo amor no era correspondido.

De pronto, tu mirada se volvió a posar en la mía.

—Sí —dijiste, mirándome a los ojos. Todos vociferaron un "uuuh" al unísono—. Me gusta alguien de esta mesa.

—¿Quién? —pregunté de sopetón. Me ardieron las mejillas.

—Tendrás que esperar que me toque otra vez para saberlo, Charlie —dijiste con cierto sarcasmo en la voz. Yo desvié la mirada con incomodidad.

Por un momento, dudé de que te refirieras a Nora y tuve la esperanza de que hablabas de mí, pero esta murió apenas regresaste tu mirada hacia mi mejor amiga.

Hola, Caín [Gratis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora