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Él no se cansa, lleva ya horas llamándole por teléfono, pero ella no se lo coge. No le responde tampoco a sus mensajes de Whats App, pero no se da por vencido, quiere pedirle disculpas y no sabe qué hacer para poder hablar con ella. Lo ha intentado todo: le ha mandado mensajes a Instagram, pero ella le ha dejado en visto, e incluso ha probado con Twitter, porque sabe que pasa más tiempo del que reconoce en esa red social, pero aun así, no hay manera.

Alfred entiende que no se ha portado bien con ella en los últimos días, pero cree que si le explica la situación podrá llegar a comprender el por qué de su actitud. Simplemente se ha pasado desde las ocho de la mañana hasta bien entrada la madrugada en el estudio de grabación, y de vez cuando, Clara, la chica que ahora se ha hecho cargo de sus redes sociales se mete con frecuencia a la búsqueda de una actriz idónea que haga de Amaia para la grabación del videoclip de De la Tierra hasta Marte.

Sin embargo, cada día que sale del estudio por la noche descubre que ya no son horas para llamar a Amaia, él sabe que una de las grandes pasiones de su novia es dormir y por nada del mundo perturbaría su sueño. Es cierto que no está bien que no le haya contestado a los mensajes que ella le pone cada noche de forma insistente, pero Alfred cree que su novia necesita mucha más atención de lo que él habría podido ofrecerle esos primeros días de grabación.

Mientras el chico mira por la ventana, ella, a kilómetros de distancia, comienza a maquillarse. Sigue sin hablar con él, aunque el chico insiste mandándole mensajes.Al menos ha dejado de llamarme, piensa Amaia.

Hoy han pasado el día recorriendo las calles de Barcelona y en ese momento está preparándose para ir hacia Razzmatazz, va a cantar en primicia la canción que grabó la semana anterior con Carolina Durante. Mientras Itxaso y ella terminan de escoger el modelo que van a lucir esa noche, Luis ha preparado la mesa mientras espera que el repartidor de comida llegue con su cena. Por su parte, Maddi y Helena está fumando en uno de los balcones que dan a la calle.

A Amaia le encanta sentir que su casa está llena de gente. Muchas veces, cuando entra y descubre que no hay nadie esperándola, siente un poco de nostalgia y de melancolía. Siempre ha imaginado que la vida independizada era la hostia, pero a decir verdad muchas veces se descubre hablando sola y echa de menos la compañía de alguien. Es cierto que la mitad de días, Alfred se los ha pasado con ella pero cuando el chico no está, parece que la casa dobla su tamaño.

Cenan como si llevaran siglos sin comer. Deciden hacerse los primeros cubatas en casa de Amaia. Helena y Maddi han llevado un cogollo de marihuana, que mezclan concienzudamente con el tabaco de liar que suelen consumir.

—Venga, Amaia, no seas tonta. Por una calada no pasa nada. Así cantarás con más ganas esta noche —insiste Helena convincente.

—En serio, Amaia, ni que fuese la primera vez que lo haces —le recuerda Luis provocando una risa general.

—Buah... Yo... Es que... Mamen dice que el tabaco es lo peor para la voz —Amaia intenta rechazar como buenamente puede la droga, ya tuvo suficiente con el episodio de la pasada noche.

—Bueno, técnicamente no es sólo tabaco... Venga, no seas tonta. Ya tienes una edad, por unas caladas que le des tampoco te vas a poner hasta el culo.

Amaia se convence de lo que le dicen, por un par de caladas no va a hacer daño a nadie, ni siquiera a ella misma. Así que aspira el humo y nota cómo sus pulmones se inundan con un humo que le pica y le raspa al pasar por su garganta. Unas cuantas caladas y un par de copas de gin-tonic hacen que Amaia se sienta volar.

Cogen un par de taxis en dirección a Razzmatazz, la chica tiene que cantar con Carolina DurantePerdona (ahora sí que sí)  y va lo suficientemente motivada como para darlo todo sobre el escenario.

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