El sonido de la vibración de su móvil le trae de vuelta. Está callado y ausente, mucho más reflexivo de lo que es habitual en él. Siente un vacío tremendo en el pecho, le falta un poco el aire y, si gira su cabeza con rapidez, parece que toda la habitación le da vueltas.
Todo lo que ha deseado, todo lo que ha intentado reconstruir, se ha visto reducido a escombros. Sabe perfectamente que ya no hay vuelta atrás, que todo se lo ha llevado el viento como si de una ráfaga se tratase. Como si fuera la misma ráfaga del fotógrafo que le sacó esas fotos aquel sábado a su ex novia.
Sí, para él ya no hay vuelta atrás. Amaia está en todo su derecho de tontear y liarse con quien le dé la gana, estaban en un momento incierto de su relación; lo que Alfred no tolera es que la chica le mintiera deliberadamente cuando ese mismo domingo le preguntó qué es lo que había pasado entre ella y Diego.
Siente pena y rabia; pero sobre todo está decepcionado. La pena y la rabia son por haber perdido a una de las principales personas de su vida; la decepción es algo que no va a conseguir quitarse de encima ni en mil años. Se podría haber esperado una mentira de esas dimensiones de cualquier persona, pero nunca de Amaia.
—Alfred, cógelo —le dice Isabel mientras indica dónde se encuentra su móvil.
—No, paso —contesta secamente mientras comprueba que quien le llama no es otra que Amaia.
—Pues ponlo en silencio, que en 5 minutos salimos al plató para grabar.
El chico obedece. Se mira al espejo y ve que tiene una cara de mierda, no le apetece grabar ese especial de Navidad para Canal Sur. Todo lo que quiere es meterse en su cama a esperar que se le pasen las ganas de llorar, de romper cosas y el catarro que lleva arrastrando desde hace unos días.
Sale al plató y finge que está todo bien, que no hay problemas. Toca De la Tierra Hasta Marte a duras penas, no por el catarro sino porque ella, su niña del Sol de tarde, no se ha quedado con él hasta que se caiga el cielo. La presentadora intenta levantarle el ánimo y él le sigue el rollo, tiene que meterse bien en el papel, ser profesional y que no se le note ni un ápice que su vida está desmoronándose por momentos.
—Ey, Alfred, ¿todo bien? —le pregunta la chica cuando la entrevista acaba y los focos se apagan.
—Sí. Estoy un poco cansado, supongo que la aspirina me da un poco de sueño —sonríe con un deje triste en los labios.
—Vaya, es una lástima porque tenía intención de enseñarte mi tierra si te apetecía... —la chica lo deja caer como quien no quiere la cosa—. Pero bueno, si no te encuentras bien, lo dejamos para la próxima vez que vengas a Málaga. No hay problema.
—No, está bien.
—¿Seguro?
—Sí, no te preocupes. Necesito despejarme un poco de temas del trabajo y eso. Me vendrá bien salir un poco. – dice mientras se toca la ceja compulsivamente.
—Genial, pues... No sé, ¿sobre qué hora quieres que me pase a buscarte al hotel? —el chico encoge los hombros sin decir ni una sola palabra—. ¿A las nueve te va bien? —asiente levemente—. Estupendo, pues a las nueve estaré esperándote en recepción. No te hagas mucho de rogar —dice entre risas.
—Tranquila, me gusta ser puntual.
Se dirige en taxi hasta su hotel, le acompaña Isabel, que va repasando la agenda del chico para los próximos días. Le informa que a la mañana siguiente cogerán un avión con destino a Barcelona y, una vez allí, el chico tendrá que seguir concediendo entrevistas para continuar con la promo. Alfred está exhausto a todos los niveles, tanto física como mentalmente.
ESTÁS LEYENDO
Ellos
FanfictionTodo sigue igual entre ellos. Después de la gira con sus compañeros de Operación Triunfo, Amaia se traslada a Barcelona para iniciar su carrera musical cerca de las dos personas que más quiere en el mundo: su hermano y Alfred. Atrás deja a su famili...