Silencio, calma, paz. Respiraciones tranquilas y pausadas. Un sueño interminable... O no. De repente, suena el despertador de Alfred. El joven aún ha tenido el sentido común de cambiar su alarma dadas a los giros de los acontecimientos ocurridos en horas atrás. Amaia suelta un gemido a modo de queja, entreabre un ojo y ve que tan sólo son las 5:30 de la madrugada, es muy temprano para tener que despertarse ya, si solo hace cinco minutos que se han dormido abrazados sintiendo el calor del otro.
—¿Qué pasa? —pregunta ella con voz pastosa, aturdida y confusa.—. ¿Por qué te suena esto tan pronto?
—Tengo que volver a casa, hacer la maleta y coger un AVE a Madrid —susurra él mientras se incorpora de mala gana para salir de la cama y buscar su ropa interior.
—Pero, Alfred, joer, no deberías haber venido. Te vas a pegar una paliza con este madrugón y, encima, viajando —se siente culpable, porque el chico ha accedido una vez más a sus ansiados caprichos.
—Tranquila, te prometo que todo esto ha merecido la pena —dice mientras le besa en los labios—. Oye, te voy a dejar aquí el traje y me voy a poner el chándal. Me pasaré a recogerlo mañana cuando vuelva. ¿Te parece bien?
—Como quieras —ella se levanta y se pone el pijama rápidamente, hace frío en su casa y sin el cuerpo de Alfred cerca se siente congelada.
Arrastrando los pies le acompaña hasta la puerta, donde se besan, se abrazan y prometen verse la mañana siguiente. Lo sigue con la mirada cuando lo ve desaparecer escaleras abajo. Suspira. Son conscientes de que se van a echar de menos aunque sea solo un día. para ellos es como si ya hubieran solucionado todos los problemas que les atormentan y vuelven a sentir la necesidad de ser inseparables. Y, cerrando suavemente la puerta y echando de nuevo la llave y el candado, se dirige de nuevo a su habitación donde, acurrucada a la almohada que huele a él, cae rendida con tan solo cerrar los ojos.
Un nuevo día nace en Barcelona y Amaia pasa la mañana ensayando, una y otra vez, hasta que clava la pieza que tenía pendiente con Claudia, su profesora del Conservatorio. Desde antes de viajar a Nueva York no ha vuelto a pasarse por las clases; primero tuvo que ir a grabar el disco de Alfred, luego su propio disco y la semana pasada tuvo eventos en Madrid que no le permitieron acudir.
Cuando llega la hora, decide ir paseando hasta el Conservatorio. Le encanta Barcelona en otoño y pasear por sus calles con las hojas decorando el suelo le hace recordar a cuando ella iba a clases particulares para sacar mejores notas en Pamplona. Sin embargo, hay algo, no sabe el qué, que le hace sentirse insegura mientras camina entre el ajetreo de la ciudad. Intenta tranquilizarse diciéndose que son paranoias suyas, pero no. No es así.
Esa misma noche la chica le envía un mensaje de Whats App a Alfred, está desesperada, intranquila y no sabe a quién recurrir. Desde que salió esa tarde de su casa sabe con certeza que hay un fotógrafo que le sigue allá donde vaya, probablemente sólo dos personas de todo su listín telefónico sepan cómo es esa sensación, Aitana, que está fuera de España, y Alfred.
qué haces cuando pierdes el control de una situación??
estoy entrando en pánico
El chico recibe el mensaje al instante y se asusta, necesita ver y comprobar que ella está bien pero no sabe si lo que Amaia necesita en ese momento es verle ni que sea a través de Facetime, pero aún así se atreve y decide llamarla.
—Titi, ¿dónde estás? —pregunta él antes de que la imagen de ella aparezca en pantalla.
—En casa —responde atropelladamente.
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Ellos
FanfictionTodo sigue igual entre ellos. Después de la gira con sus compañeros de Operación Triunfo, Amaia se traslada a Barcelona para iniciar su carrera musical cerca de las dos personas que más quiere en el mundo: su hermano y Alfred. Atrás deja a su famili...