45.

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Es tremendamente guapo, sus facciones parecen talladas por algún dios, sus ojos oscuros y penetrantes le estudian desde la lejanía; su voz, aflautada y con matices, le llama desde el fondo del pasillo y ella corre para abrazarle.

—Pensaba que ya te habías ido a casa sin despedirte —dice Agoney mientras ella se quita la chaqueta.

—¡Que va! Estaba tomando un poco el aire en el callejón. No me voy de aquí sin darte antes un abrazo —sonríe Amaia mientras llega hasta su altura.

—¡Menuda sorpresa! —dice Agoney mientras le estrecha entre sus brazos—. No esperaba verte hoy por aquí, la verdad. Como la semana pasada me dijiste que tenías todo lo del videoclip...

—Ya, pero he acabado antes y no podía no venir a verte, la verdad —le responde una tímida Amaia—. Oye, qué guay lo que has hecho hoy, ¿no? Es que me flipa cómo cantas.

—Sí, seguro que has estado muy pendiente de mí... —el canario arquea las cejas mientras esboza una sonrisa pícara.

—¡Oye! ¡Agoney! —Amaia se pica un poco y le da un suave golpe en el hombro—. Puedo estar pendiente de muchas cosas, ¿sabes? —le saca la lengua en gesto de burla.

—Bueno, ustedes recuerden usar esta noche protección —dice mientras se ríe y saluda a Alfred, que ha entrado en el backstage, aún con la chaqueta de cuero puesta, y se ha acercado hasta dónde ellos están.

—Tranquilo, que nosotros no... —dice Alfred mientras le abraza con gesto serio. Amaia pone cara de circunstancia.

—Oigan, muchas gracias por haberme acompañado esta noche. Me ha hecho mucha ilusión que ustedes estuvieran conmigo hoy. Sobre todo darte las gracias a ti, Alfred, que has cantado conmigo.

—Siempre es un placer, gato. No me des las gracias —el chico se sonroja ante las palabras de su amigo.

—Bueno, nunca está mal dar las gracias. Que se lo digan a Amaia, que nunca para de decirlo —Agoney comparte una mirada cómplice con la chica—. ¿Y ustedes qué tal están?

—Bien, yo ya metido en promo del single y la semana que viene estreno disco —cuenta Alfred bajo la atenta mirada de Agoney.

—Y yo saco canción en nada, antes de la gala final de OT, pero el disco lo hemos parado de momento. A ver si le damos un sonido un poco más fresco —comenta Amaia con un suspiro. No le gusta que le pregunten cómo está su música, ni ella misma sabe que responder.

—No, no me refiero a eso. Esas cosas las sé, leo Twitter y de vez en cuando hablamos por Whats App. Me refiero a "ustedes" —y los señala para luego juntar sus dedos, preguntando directamente por el ámbito personal. Se establece un silencio sepulcral, ninguno responde—. Entiendo... Pues espero que lo arreglen pronto porque lo único que están haciendo es el gilipollas, ustedes verán.

Los chicos se miran incrédulos ante el arrebato de sinceridad de Agoney, que se va y les deja con la palabra en la boca. Se miran algo avergonzados, quizás el canario tenga razón y están mareándose más de la cuenta el uno al otro.

—Quizás tenga razón... —susurra Amaia suspirando porque necesita aclararse cuanto antes, saber que pueden encontrar entre los dos una situación cómoda en la que ser felices estando juntos. Cierra los ojos con fuerza, mordiéndose el labio. Siente que no tiene el control de nada, no tiene las ideas claras y no tiene fuerza de voluntad.

—Sí... —la voz del chico suena tajante y fría—. A veces pienso que lo mejor es que dejemos de alargar esta situación e ir cada uno por su lado, pero luego recuerdo lo que es estar contigo y no puedo Amaia. No puedo.

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