Se revuelve en la cama. Está desnuda pero no tiene frío, un cálido cuerpo, también desnudo, descansa a su lado. Su olor le atrae, así que decide acurrucarse contra su espalda, no sin antes dejar un tierno beso en la base de su cuello. Siente que la piel del chico se eriza bajo sus labios.
Alfred empieza a emitir esos pequeños soniditos que siempre hace cuando se despierta y a ella le entra un ataque de ternura, por lo que le abraza con fuerza por la espalda. Cuando afloja un poco su abrazo, el chico se gira para quedar frente a Amaia, que le sonríe en la penumbra de la habitación.
—Buenos días, titi —dice él mientras le besa tiernamente en los labios.
—Buenos días, cucu —susurra ella. Parece que son los mismos de siempre, sin que haya habido ninguna discusión entre ellos—. ¿Quieres desayunar?
—Sí, a ti.
Amaia suelta una carcajada en el momento en el que el chico posa una de sus manos en su cintura. Teme un ataque de cosquillas, pero él simplemente se dedica a acariciar esa parte de su anatomía. Poco a poco su mano asciende hasta el pecho de Amaia, sintiendo cómo su corazón se acelera con el tacto de la mano del chico sobre su fina piel y teme que él se dé cuenta de ese detalle.
—¿Qué sientes? —pregunta curioso Alfred. Ella le mira extrañada, no sabe a cuento de qué va esa pregunta.
—No sé. Me gusta que me toques. Contigo todo es... Diferente.
—¿Diferente?
—Sí, ya sabes. Antes de estar contigo estuve con un par de chicos y, no sé, es como que tú lo haces todo súper especial. O sea, tengo ganas de hacerlo todo el rato pero a la vez siento... Cosas.
—Claro, cosas —contesta él con su voz de niño mientras se acerca hasta Amaia—. Como siempre.
Alfred le besa con tanta ternura que ella cree que se va a derretir en cualquier momento. Pasa sus manos por su espalda, algo más musculada que cuando empezaron a salir gracias a las clases de Magalí, y va trazando círculos hasta llegar a la zona baja de su espalda. Él no ha desaprovechado la oportunidad de seguir acariciando su pecho, aumentando la excitación de Amaia.
La chica posa su pierna sobre el cuerpo de Alfred, disminuyendo la distancia que les separa. Una de sus manos navega hasta dar con la erección de Alfred, que gime y suspira contra sus labios.
Amaia se acerca esa parte de la anatomía del chico a su zona más sensible. Acaricia su clítoris con el miembro de Alfred, en suaves movimientos primero para luego aumentar el ritmo. Hace tiempo que no hacen eso; sus primeros encuentros íntimos, dentro de la Academia, empezaron así, rozando y acariciando sensualmente la zona sur de sus cuerpos, amparados por la oscuridad y reprimiendo gemidos de placer para no despertar al resto de compañeros que dormían en las camas de alrededor, ajenos a lo que estaba ocurriendo entre ellos en la cama de Amaia.
Alfred cierra los ojos, en un ejercicio de contención pero también para grabar a fuego ese momento: Amaia proporcionándoles un placer compartido con el simple gesto de masturbarse mutuamente. De pronto, la chica muerde y tira de su labio, está empezando a perder la poca cordura que le queda. Sin esperarlo, en uno de tantos movimientos en los que ella posiciona el miembro de él en su entrada, ella termina uniendo sus cuerpos sin ningún tipo de protección de por medio. Las caderas de ambos empiezan a moverse rítmicamente, no podrían parar de hacerlo ni aunque se estuviera acabando el mundo.
—Espera, espera —se da cuenta de la imprudencia que están cometiendo—. Coge un condón —susurra mientras él sale de su cuerpo—. No quiero que me vuelva a pasar como en Nueva York.
Ella se tumba y él se pone encima de su cuerpo. Aún están en penumbra, pero Alfred consigue ver el brillo que hay en los ojos de ella cada vez que le mira. Si fuese posible, le explotaría el corazón de amor. Poco a poco, para no hacerle daño, se vuelve a introducir en ella; suspira de alivio, por un momento ha pensado que podría morirse de combustión espontánea si no volvía a sentir el cuerpo de ella a su alrededor.
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Ellos
FanfictionTodo sigue igual entre ellos. Después de la gira con sus compañeros de Operación Triunfo, Amaia se traslada a Barcelona para iniciar su carrera musical cerca de las dos personas que más quiere en el mundo: su hermano y Alfred. Atrás deja a su famili...