Toda la mesa vibra por culpa del maldito móvil. No suele hacerle mucho caso porque desde que salió de la Academia parece que le han salido amistades de debajo de las piedras y está recibiendo mensajes constantemente. Sin embargo, a pesar del barullo que hay en el restaurante, parece que ha escuchado el silbido que tiene establecido para cada vez que le habla. Lo gira y, efectivamente, tiene un mensaje suyo.
—Buah, qué pesado... Le he dicho que le llamaría esta noche al volver a casa —murmura Amaia. Sus palabras son casi imperceptibles pero Itxaso, que está sentada a su lado, la ha escuchado perfectamente y mira curiosa la pantalla del móvil de su amiga.
—Así que Cucu, ¿eh? —dice al comprobar el apodo con el que Amaia tiene guardado el número de teléfono de Alfred, acompañado con un corazón morado—. ¿Por qué te da la enhorabuena?
—Y yo qué sé. No pienso leerlo, ya lo haré cuando llegue a casa después del concierto y eso —comenta Amaia con desdén y desgana.
—¿Qué más da? Léelo ahora, a lo mejor es importante, tía.
—No lo creo. Si fuera importante me habría llamado por teléfono, te lo aseguro —todos están pendientes de esa conversación. No pasa desapercibido para ninguno que Amaia está algo incómoda hablando de Alfred.
—Bueno, ya estamos enfadados otra vez, ¿no? —Amaia asiente levemente mientras dirige su mirada al plato, evitando tener contacto visual con sus amigos.
—¡Uy! ¿Problemas en el paraíso, Amaia? —dice desde la otra punta Luis, sacando la risa de alguna que otra de sus amigas.
—Cállate, Luis —interviene Sandra viendo que el comentario no le ha sentado nada bien a Amaia.
—Bueno, seguro que mañana en cuanto os veáis lo arregláis, como siempre. Si es que sois unos cabezotas sin remedio —le consuela Itxaso, intentando reconfortar a su amiga.
—No. Al final no va a venir mañana —Amaia lo suelta como para el cuello de su camisa, pero sabe perfectamente que sus amigos le han escuchado porque el silencio inunda de manera sepulcral la mesa. Nadie habla, así que la chica intenta justificar a su novio, una vez más—. Le ha surgido un evento en Barcelona y no va a poder venir, es importante para su carrera que vaya.
—Menuda sorpresa... —dice Raquel irónicamente—. ¡Qué inesperado! ¿Cómo se va a dejar ver él por aquí? Debe estar muy ocupado inventando la música, ¿no? —si las miradas matasen, seguramente Raquel ya estaría muerta porque Amaia no puede reprimir fulminarla con los ojos.
—Amaia... —susurra Sandra, trayéndola de vuelta a la realidad—, ¿tú estás bien?
—Claro, ¿por qué iba a estar mal? —alza un poco la voz e intenta fingir una sonrisa—. Ya no somos Almaia, ahora somos Alfred, por un lado, y Amaia, por otro. Ya no vamos a hacer promo juntos, ni conciertos ni giras. Eso se acabó. Lo que pasa es que me hacía ilusión que viniera a pasar aquí unos días, pero bueno, no pasa nada. Ya vendrá otro día.
—¿Cuándo? – inquiere Luis con ánimo de chinchar. Amaia sabe que muy pocos de sus amigos conocen al verdadero Alfred y cree que si él estuviera allí ya se los habría metido en el bolsillo, pero no. Su ausencia sólo incrementa el rechazo entre su círculo más cercano—. ¿Antes, durante o después de la grabación del disco, la promoción y las giras?
—¡Pues no lo sé, Luis! ¡No lo sé! —Amaia se altera a la mínima y nota la mano de Itxaso sobre su muslo, como pidiéndole calma—. ¿Qué más te da? Si no lo soportas, mejor para ti que no venga, ¿no? Es que parece que todo el mundo es experto en saber lo que quiere Amaia Romero, menos ella misma. Pues no. Ya te lo digo, le joda a quien le joda, estoy con él porque le quiero. Y punto. Eso no va a cambiar, así que os recomiendo que os vayáis haciendo a la idea de que antes o después tendréis que aceptarlo.
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Ellos
FanfictionTodo sigue igual entre ellos. Después de la gira con sus compañeros de Operación Triunfo, Amaia se traslada a Barcelona para iniciar su carrera musical cerca de las dos personas que más quiere en el mundo: su hermano y Alfred. Atrás deja a su famili...