Veintisiete

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—Y... ¿ahora qué? —pregunté, sin saber exactamente en qué consistía mi entrenamiento. 

—Primeramente, te voy a dar una breve descripción de la fuerza de cada uno de los participantes, ya que no pudiste observar personalmente los combates. Aunque no te confíes en lo que te diga, ya que, como tú, ellos también entrenarán para mejorar en este mes.

—No es necesario —le contesté—. Ya sé contra lo que me enfrento —aseguré, haciendo que Kakashi me clave la mirada, aunque me he dado cuenta de que no es la misma de antes. De alguna forma, ahora me siento más libre con él, no me da miedo decir lo que sé, algo que me alivia porque no he podido pasar tanto tiempo junto a Hiruzen.

—Bien... supongo que debí esperarlo. Entonces, te explicaré en qué consistirá tu entrenamiento desde ahora. Existen cinco tipos de chakra, y cada uno de ellos...

—¿Te podrías ahorrar las explicaciones aburridas? ¡Quiero empezar con la acción!

—Bien. Pero este entrenamiento toma alrededor de seis meses efectuarse, pero confío en tus habilidades para llevarlo a cabo en un solo mes —me sonrió de forma relajada. Y era cierto, si yo no poseía el sharingan, tenía que aprender desde cero. 

(...)

Estaba... agotada.

He de decir que por poco y no me estoy arrastrando en lugar de caminar, maldito Kakashi.

Pero, de todas formas, incluso con mis condiciones, estaba decidida a buscar a Jiraiya para que me entrene. Así que, por alrededor de dos horas, lo busqué hasta por debajo de las piedras.

Al encontrarlo (por cierto, en un bar, aunque no es de extrañar), ya estaba por anochecer.

—¡Tú! —le apunté directamente, causando revuelo en el lugar y confusión en él—. ¡Tú me vas a entrenar!

Él volteó a ambos lados, verificando que efectivamente era a él a quien le hablaba. Después regresó su vista a mí, indiferente.

—Anda, niña, no debes estar en este lugar, tu mamá debe estar preocupada.

Fruncí el ceño. También, con las piernas tambaleantes, me acerqué y me senté en un asiento frente a él. No estaba dispuesta a seguir de pie ni un segundo más.

—¿Puedo hablar con él a solas, señoritas? —les pregunté amablemente, las cuales aceptaron; alguna haciendo algún sonido de resignación, otra me pellizco la mejilla diciendo que era adorable. Jiraiya me miró molesto.

—¿Qué quieres, mocosa? ¿No ves que estoy ocupado? —me reclamó, tomando otra copa de un solo trago. Seguro y estaba a caerse de alcohol, eso me facilitaba las cosas.

—¿Ocupado? —le respondí altanera—. ¿Haciendo qué, exactamente?

—¡Confidencial! Así que deja de molestarme, mocosa.

—¡Te seguiré molestando hasta que accedas a entrenarme!

—¡Ja! Quiero ver eso —soltó, retándome.

Se iba a arrepentir.

(...)

—Entrename, entrename, entrename. ¡Entrename!

—¡Ya cállate! —exclamó exasperado. Era alguna hora alrededor de la madrugada y él se encontraba caminando en una de las desoladas calles de Konoha, conmigo colgando de su pierna. Después de unas horas de estar en el local, lo echaron porque no era apropiado llevar a una niña de mi edad—. ¡¿Acaso no sabes quién soy yo, mocosa?! —ya no se le notaba tan borracho. Yo no lo había dejado tomar mientras se mantuvo en aquel lugar, tampoco dejé que ninguna mujer se le acercara; seguro fue una tortura.

—¡Por supuesto que sé quién eres, sabio pervertido! ¡De otra forma no le hubiera pedido a un viejo borracho que me entrenara!

—¡¿Cómo me llamaste?!

—¡Sabio pervertido y viejo borracho! —ambos parecíamos dos locos gritando a mitad de la noche.

—Oh, así que eres amiguita del mocoso, ¿no es así? Pues te digo que no estoy interesado en entrenar a nadie.

—¿Y por qué lo entrenas a él, entonces?

—Pues... eh... ¡Eso no te incumbe!

—¡Claro que me incumbe, yo también quiero que me entrenes! —me solté de su pierna, para ponerme frente a él—. ¿Sabes? Soy una gran fan tuya, ¡he leído cada uno de tus libros también! —subiéndole el ego seguro lograba algo, todavía seguía algo borracho.

—¿Todos mis libros? Deja de decir tonterías y vete a molestar a otro lado. ¡Es imposible que hayas leído todos mis libros!

—¡Qué gruñón! ¡Por supuesto que he leído todos tus libros! ¡Y aunque no lo creas, también la serie "Icha Icha"!

—¡Ya te dije que dejes de decir tonterías, no hay forma de que una niña como tú consiguiera esos libros!

—¡Claro que sí! —hice un puchero. ¡Agh, esto es tan molesto!—. Me lo dio Hiruzen, él era tú maestro, ¿no? ¡Pues el me lo dio por una apuesta! —eso pareció captar su atención un poco.

—¿Lo dices en serio? —me observó con una ceja alzada.

—¡En serio, en serio!

—Entonces... ¿qué te parecieron? ¡A que son lo mejor que has leído hasta ahora! —terminó diciendo mientras sonreía de manera tonta, yo casi me voy de espaldas. ¡Él solo quería que le subiera más el ego!

—Te lo diré si me entrenas —le sugerí, el me miró renuente.

—Bien, lo pensaré, solo porque me caíste bien, mocosa —me dio unas palmadas en la espalda. ¡Eso era una victoria para mí!—. Por cierto, ¿cómo sabes que el viejo fue maestro mío?

—Me presento, Verónica Sarutobi, nieta de su maestro —le mentí con una sonrisa confiada.

¡Ja! Como si no hubiera pasado por esta situación miles de veces para saber qué hacer.

(...)

Ugh, no me termina de convencer este capítulo. ¡Ya lo he reescrito tres veces! ;-;

¿A ustedes qué les parece? ¿Qué creen que suceda de aquí en adelante?

Como dato curioso, aclaro que Jiraiya no pensaba entrenar a Verónica cuando dijo "lo pensaré", tal vez que sea una Sarutobi lo haya convencido más.

De todas formas, aviso, de aquí va a haber un salto del tiempo hasta cuando empieza la tercera etapa de los exámenes Chunnin 6v9r

Gracias por leer 


¡¿Cómo llegué aquí?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora