V

5.5K 704 99
                                    

—Temari, tienes que calmarte un poco...

—¡¿Calmarme?! ¡¿Quieres que me calme cuando llegas de la nada para decir que la peor organización de criminales viene por mi hermano?! —ella daba vueltas por la habitación, despeinada por sus bruscos movimientos y llevando papeles de un lado para otro, mientras Gaara y yo la observábamos.

—No puede ser tan malo... —Gaara siguió en su intento de tranquilizarla, con su voz hecha un susurro.

Yo intenté encogerme lo más que podía en mi asiento.

—¡Esto no solo es malo! ¡Es desastroso, catastrófico!

—Tenemos que guardar la calma para poder enfrentar la situación —le dijo firmemente, levantándose de su asiento. Temari se detuvo—. Todo estará bien, tengo la fuerza para protegerme.

—Sí, pero... —Temari no creía que eso fuera suficiente.

—¡Hey! ¿Qué tal están? —Kankuro se asomó por la puerta de la oficina del Kazekage, pero de inmediato se arrepintió al sentir tan tensa la situación—. Sí, bueno... Yo estaré por allá, haciéndo cualquier cosa —retrocedió, sabiendo que Temari enojada no era nada para bromear. Yo le supliqué con la mirada para que me llevara con él.

—Tú no vas a ningún lado, tenemos una situación que atender aquí —Temari lo tomó del cuello y lo regresó a la habitación.

—Primero, Verónica, ¿de dónde sacaste la información que Akatsuki vendría a Suna?

—¡¿Que Akatsuki qué?! —se alarmó Kankuro, Temari le tapó la boca.

—Jiraiya ha estado investigando eso durante su viaje con Naruto. Justo hace poco regresaron y pude encontrarme con él. Por ello vine aquí inmediatamente a avisarles. Aunque realmente no tiene total certeza de si ocurrirá o no, porque todos los asuntos de esa organización son bastante secretos -le indiqué.

La verdad es que no sabía si Akatsuki iba a atacar ahora Suna, pues muchas cosas de las que conocía que sucedían terminaron sin pasar —la huida de Sasuke, por ejemplo—, pero por otro lado, siguiendo el objetivo que ellos buscaban, los iba a atraer tarde o temprano a capturar a la bestia con cola de Gaara.

—Tú... ¿Has ido a Konoha? —Temari se sorprendió y dejó de lado el tema de Akatsuki un momento, tal vez para olvidar la presión que sentía por proteger a su hermano.

—Sí, bueno... Tal vez no fue voluntariamente —reí un poco nerviosa, rascando mi nuca.

Temari exhaló, con una sonrisa de lado en su rostro. Sabia que estaba algo divertida por imaginarse esa situación.

—No puedo imaginarme como es que te escurriste de las manos de Konoha por tres años —me dio dos palmadas en la espalda mientras lo decía. Por su tono, lo sentí como un cumplido.

—Pero... —Kankuro llamó nuestra atención. Estaba picando de unas galletitas de mantequilla que Gaara mantenía en su escritorio—. Si te retuvieron a la fuerza, ¿cómo es que estás aquí, y no encerrada?

Temari y Gaara giraron repentinamente la cabeza en mi dirección.

Me reí un poco, intentando aligerar la situación.

Kankuro se acabó las galletas por completo, así que tranquilamente estaba volteando el platito donde estaban antes, como si esperara que salieran más de la nada.

—Tú... —Temari gruñó por lo bajo—. ¡¿Te escapaste de Konoha?!

(...)

—Está será tu habitación —Gaara me había indicado el camino—. Es la misma que habías usado antes, aunque la tuvimos que arreglar después de... —detuvo sus palabras de repente, como si estuviera hablando de un tema tabú.

—Sobre eso... Siento mucho lo que ocasioné, también por haber huido de esa forma —me incliné un poco.

—Oh, no, yo soy quien debería disculparme. Debí de darme cuenta a tiempo de lo que sucedía... —también se inclinó un poco.

Y después se creó un pequeño silencio, ya que no teníamos de nada de qué hablar.

—Ja, ja... Bueno, iré a descansar un poco. Ya sabes, viaje pesado —apunté dentro de la habitación.

—Ah, claro, claro. Perdón por retenerte de esa forma.

—Entonces... Hasta luego.

—Hasta luego.

(...)

—Pero, Temari, piénsalo un poco más —Kankuro le replicaba a la rubia, mientras que ella escribía ferozmente con una pequeña pluma que se doblaba cada vez que la volvía a presionar contra el papel.

—No hay nada qué pensar —le cortó.

—Mira, podríamos darle una oportunidad. Digo, vino desde tan lejos para avisarnos de...

Temarí suspiró fuertemente, dejando de escribir a la vez. Se echó el pelo hacia atrás y volteó a ver a Kankuro, que creía que se encontraba enojada.

—No estoy despreciando la ayuda que nos brinda, pero... Son temas políticos en los que no debes meterte, ¿entiendes? Suna es aliada de Konoha hasta ahora, no avisar que Verónica está aquí podría traernos muchos problemas; romper el tratado o... Incluso romper en guerra. Comprendes lo que te digo, ¿no?

—¡¿Una guerra?! —se le pusieron los bellos de punta—. ¿N-n-no c-crees que e-e-estás e-exagerando?

—No, no lo estoy —volvió su vista de nuevo a la carta que escribía, ya más tranquila—. La base de la relación entre Konoha y Suna es la confianza, es por ello mismo que no podemos dejar pasar algo como esto por sentimientos personales.

Kankuro se dejó caer a un sofá dentro de la misma oficina, como si solo el hecho de escuchar esa explicación le cansara.

—Además... Si la han buscado durante tanto tiempo y con tanta insistencia, ¿no crees que es por algo? Quizá hizo algo malo... —sacó a relucir su desconfianza. Temari sabía que haber huido de esa forma, dejando toda la habitación con signos de combate, no era buena señal—. Ella siempre parece que oculta algo.

—Nah, no pudo haber hecho nada malo —Kankuro le contestó, confiado, con ese aire de que sabía algo que ella no. La rubia alzó una ceja—. Con esa carita de ángel, ¿qué pudo haber hecho? —puso sus manos a cada lado de su cara, y sacudió las pestañas para recordarle las palabras que ella había dicho tiempo atrás.

De inmediato una pluma atravesó justo a un lado donde estaba su cabeza, agrietando la pared. Él supo que a la próxima podría ir justo en medio de su frente.

—No estamos para bromear —le reprendió—. Además, sabes porqué lo dije. A pesar de que ahora tiene, ¿cuántos años? ¿Dieciséis? ¡Parece de catorce! Ella nunca ha aparentado la edad que tiene, incluso de niña.

—Meh, tal vez se saltó unos años de academia —Kankuro no le tomó mucha importancia—. Aunque si ella hubiese hecho algo realmente malo, Konoha no la estuviese buscando con tanta insistencia, la hubiera colocado directamente en los libros bingo. ¿No te parece? —se levantó del sillón, acercándose a ella a darle unas palmaditas en la cabeza y dejarla más tranquila.

Fue después de que Kankuro salió por la puerta, que Temari reconsideró el contenido de la carta.

—De nuevo —se dijo, arrugando lo que había escrito y tirandolo a un lado.

(...)

ALÓ

Fuah, que me ha regresado ese afán de ponerme a escribir a las 3 de la mañana.

Sorry por no actualizar en tanto tiempo, estoy intentando lidiar con el bloqueo que había tenido ;-;
Aunque esto de la cuarentena me está ayudando

¿Y cómo les va estando encerrados todo el día?

¿O hay alguien aquí que aún no sea tan severo donde vive?

So, creo que esto es todo, HASTA LA PROCSIMAAAA

¡¿Cómo llegué aquí?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora