XVII

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—¿Qué vas a desayunar?

—Lo que sea —le respondí sin muchos ánimos, maldiciendome internamente a mí misma el estar despierta tan temprano. Él apenas me volteó a ver.

—Bien, ya entendí. ¿Qué tienes? —Kakashi me dio dos toques con su pie, mientras yo aún me mantenía tirada en el suelo de la cocina.

—Te aseguro que no son ganas de vivir —contesté irónicamente, pero su expresión apenas cambió.

Se agachó solo para tomarme de la camisa y llevarme colgando por la espalda, para después dejarme caer bruscamente sobre mi cómodo colchón. Reboté un par de veces antes de voltearlo a ver molesta, aunque realmente no lo estaba.

¿Qué le costaba dejar que me hundiera en mi miseria en el piso de la cocina? Ahí estaba más cerca de mi refrigerador.

—Vete a dormir unos momentos, parece que realmente lo necesitas —dio dos golpecitos con su índice debajo de su ojo, indicando las ojeras.

—Te aseguro que tú estás peor —le discutí. Él no respondió, en cambio, se dirigió directamente a mi estante y tomó un libro, para después ir a sentarse en la silla de la esquina que él había apartado desde que se quedaba aquí.

Me quedé mirando al techo unos segundos, sin pensar nada en específico.

—¿Tendré que ir tras Itachi para que me ahorque? —pregunté al aire, sin pensarlo mucho, pero llegando a la conclusión de que si eso sucedía tal vez podría volver a hacer ese jutsu.

—Cada vez haces preguntas más raras, Verónica —me mandó una mirada sobre las hojas del libro.

—Naruto no ha regresado de su misión... ¿Sabes de qué trataba?

—No me informaron nada porque fui reemplazado por Tenzo. Pero logré descubrir que tiene que ver con la muerte de Orochimaru.

—¿Orochimaru se murió? —me sorprendí, pues eso no es algo que me imaginé que pasaría.

—Parece que se quiso enfrentar directamente con Akatsuki, no sé nada más.

—¿Y sobre Jiraiya? —asumiendo que la muerte de la serpiente ameritaba algo positivo, cambié de conversación.

—También está en misión.

—Ese viejo nunca hace nada, y ahora que lo necesito... —gruñí en voz baja. No se me olvidaba su extraña actitud de aquella vez y su repentina huida dejaba mucho para dudar. Terminé suspirando—. Nunca sé lo que pasa por la aldea.

—Podrías pasarte más a menudo por la torre del Hokage, o hablar con más gente —propuso.

—Paso. —ni siquiera lo pensé. Me di vuelta en la cama, sintiendo que últimamente era el lugar que más frecuentaba—. ¿Y si me regreso a Suna... ? —ese pensamiento simplemente se escapó de mí, pero fue suficiente para que Kakashi separara por completo la vista de su libro.

—¿Estás segura de eso? —preguntó con su atención en mí. Realmente no esperé que reaccionara de esa forma, de ninguna forma de hecho, así que me sentí un poco intimidada de repente.

—¿Qué? No, no, yo solo... Solo lo pensé de repente y... —mis pensamientos se revolvieron—. No puedo darle más problemas a Gaara ahora que es Kazekage, no puedo depender solo de él y...

—Comprendo —cortó mis palabras.

—Claro —otra vez nos quedamos en silencio. Ya casi no tenía sueño, por lo que mi cabeza seguía desvariando sin dirección alguna.

¿Y si en serio me regreso a Suna? No sería lo más sensato, pero...

—¿Y si lees algo? —interrumpió mis pensamientos.

¡¿Cómo llegué aquí?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora