—¿El lado bueno? No voy a tener que pagar por mi ventana rota. ¡Porque toda mi casa está destruída! —dije, y seguido reí como si se tratara de un buen chiste.
Kakashi, a mí lado, sonrió resignado. Cómo si fuera algo habitual en mí decir tantas tonterías.
—Au, au, au, me duele la costilla —sin embargo, mi risa terminó en quejidos. Aún seguía lastimada porque, lastimosamente, no morí. Y prefirieron ahorrarse las molestias de practicar ninjutsu médico conmigo, porque no vaya a ser que alguien termine muerto de verdad.
—Verónica, no te lastimaste la costilla.
—Pero me duele como si sí.
—Tengo hambre, 'ttebayo.
—Aguantate —respondí, como si estuviera haciendo un berrinche. Estaban siendo especialmente cuidadosos conmigo desde que estaba lastimada y en recuperación, así que tenía a Naruto encerrado conmigo porque necesitaba recargar mi chakra, y de paso también a Kakashi, porque él era bonito y creí que estaba muerto. No podía volver a descuidarme.
—Sakura ya debería de estar por regresar con la comida —le tranquilizó Kakashi, al oírlo quejarse con sonidos incoherentes. Él se había sentado cerca de mí, y yo aproveché para usar su regazo de almohada, como un gato.
—Dejen de tratarla como una niña mimada —renegó Sasuke, tan amargado como siempre.
—Cuando quites tu cara de culo. De hecho, ahora que recuerdo, nadie te quiere aquí, vete a freír espárragos o a comer pito, lo que más se te acomode.
Su cara se transformó de inmediato a una de indignación, y fue aún peor cuando Kakashi sugirió:
—Sasuke, ¿podrías...? Sé que te preocupas por ella, pero el estrés le puede hacer mal —pidió, tranquilo, y el cara de culo no pudo reaccionar de ninguna forma porque se quedó sin palabras ante lo condescendiente que había sido Kakashi. Yo tuve que aguantar la risa con todas mis fuerzas, pues no quería que me volviera a doler el estómago.
—¡Hey! Aquí traigo la... —Sakura iba entrando, cuando Sasuke salió de la improvisada tienda cerrando agresivamente la cortina—... comida.
—No te preocupes, está en una edad sensible —justificó Kakashi.
—Ay, ay, ay, ay —no había podido aguantar nuevamente la risa, y me volvió a doler el estómago.
—Ya te he dicho que no hagas movimientos bruscos, Verónica —me regañó Sakura, mientras esperaba a que Naruto terminara de acomodar una mesa plegable que teníamos para dejar todos los paquetes que traía—. Este es el tuyo, Verónica. No debes de comer cosas muy calientes, nada de grandes cantidades de grasa, picantes ni- —ella siguió nombrando sin fin de alimentos, por eso, al ignorarla y al ir directamente por mi comida, me decepcioné al encontrar fideos con pura sal, verdura cocida y un poco de gelatina que se veía desabrida.
—Pero-
—Nada de peros. Esto es por tu recuperación.
—Ramen, ramen, ramen~ —tarareaba Naruto en una improvisada canción de celebración, y yo tenía tanta envidia porque él tenía chakra, energía y buena comida. ¿Y yo? Yo tenía un agujero en mi estómago.
Pero tampoco podía quitársela porque se la tenía bien merecida.
—Por cierto, chicos, ¿qué pasó durante el tiempo que estuve inconsciente? —pregunté, para cambiar de tema y, a la vez, para ir introduciendo la conversación sobre lo que había soñado durante ese lapso de tiempo.
Había sido lo más extraño que nunca había sentido. Y lo peor era que no podía asegurar si se trataba de algo inventado por mi propia cabeza, o lo debía de tomar en serio.
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¡¿Cómo llegué aquí?!
Hayran Kurgu¿Qué cómo llegué a este lugar? Oh, yo te puedo contar todo lo que quieras. ¿En serio lo quieres saber? ¿Sí? Es una historia un poco larga, ¿eh? ¡Oh, bien! ¡Si tanto así quieres, por mí no hay problema! Todo empezó una noche que... Espera, me...