No quería hacer absolutamente nada.
Desde hace tiempo mi estómago rugía, pero a causa por el obvio hecho que vivo sola, la única que podía alimentarme era yo, pero tenía la suficiente flojera como para pensar dos veces en la tentadora posibilidad de morirme de hambre.
¿Morir de inanición y quedarme agusto en mi cama, o despegarme de mis cómodas sábanas para evitarlo?
Obvio la primera.
Por otro lado, tampoco tenía ganas de ir a un restaurante. Hace poco había recuperado mis cosas y desde hace una eternidad estaba con un dedo pegado a la entrada del celular, esperando que se cargue lentamente, muy, pero muy lentamente, para evitar que ocurra una sobrecarga eléctrica y explote, o algo así. No tenía celulares de repuesto en este lugar.
Dejando eso de lado, algo que alimentaba mi eterna flojera era el hecho de que por ahora no tendría trabajo. No era tan sencillo como que Tsunade dijera "Sí, sí, sí, ya, a la chingada" e ingresará nuevamente a la aldea como si nada hubiese ocurrido. Había todo un largo proceso por detrás, proceso el cual me valía tres pepinos si me daba la posibilidad de seguir perdiendo el tiempo.
Mi estómago rugió cuál monstruo me devoraba desde dentro.
Uh.
Me dí la vuelta en mi cama, e intenté ignorarlo abriendo un libro del Icha Icha que iba a empezar a releer, para mantener mi mente ocupada mientras mi celular terminaba de cargar.
De repente, alguien tocó la ventana. Esperé un momento a que Kakashi se rindiera y terminara entrando por su cuenta, pues me daba flojera tener que ir a recibirlo.
La seguridad en este lugar es una mierda, aclaro.
—Hola —entró con una sonrisa bajo la máscara, sereno como siempre.
No sabía si era coincidencia que hubiese aparecido justo cuando abrí un libro Icha Icha, o realmente es la forma definitiva para invocarlo. Tendría que experimentar más con ello en el futuro.
—Ya que llegaste, por allá está la cocina y debe de haber cosas en el refrigerador. Hazme algo —hablé con toda confianza, a lo que él me miró extrañado sin entender del todo.
—¿Ya has ido con Jiraiya? —preguntó, ignorandome y quitándome se las manos el librito con naturalidad.
—No, tengo mucha flojera —me eché para atrás, acostándome a la vez que bostezaba.
—Tenemos que ir al hospital de nuevo, Tsunade quiere revisarte.
—Uh... ¿Ahora?
—No, ayer —contestó con evidente ironía. A ese hombre le estaba afectando convivir conmigo (de lo cual estaba orgullosa), y me parecía gracioso que descubriera una forma más creativa de contestar. Pero usarlo contra mí era traición.
—Hazme comida, y voy sin causar problemas.
Él me miró por sobre el hombro, como diciendo "no voy a hacer lo que tú quieras" y, seguido, intentó tomarme de una pierna para levantarme a la fuerza de mi cama. Pero al fin de cuentas, no pudo separarme sin levantar todo el mueble de madera junto a mí, y él sabía que no podría arrastrarme por toda la aldea conmigo pegada como garrapata en mi cómodo colchón.
—Nadie me separará de ti, mi amor —le hablé a mi cama una vez que Kakashi se rindió.
—No soy tu mamá, no puedo obligarte todo el tiempo a hacer tus deberes —me riñó.
—Anda, ma', ve a hacerme unos sándwiches.
No le quedó de otra.
(...)
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¡¿Cómo llegué aquí?!
Fanfiction¿Qué cómo llegué a este lugar? Oh, yo te puedo contar todo lo que quieras. ¿En serio lo quieres saber? ¿Sí? Es una historia un poco larga, ¿eh? ¡Oh, bien! ¡Si tanto así quieres, por mí no hay problema! Todo empezó una noche que... Espera, me...