O1O | SPECIAL

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Steve Rogers
40s

-Clara!- exclamó la señora -tanto tiempo sin verte

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-Clara!- exclamó la señora -tanto tiempo sin verte. Como estás?-

-mejor- sonreí -estoy empezando a superar el miedo de a poco-

-me alegra oír eso, estoy segura que lo lograrás- me guiñó un ojo y se fue a atender a las demás mesas dejándome pensar en lo que quería ordenar.

La campanilla sonó, avisando que alguien entró.

Dirigí mi mirada a la puerta y me encontré con un rubio delgado y de baja estatura, tenía unos hermosos ojos celestes y una dulce sonrisa en sus labios. Detrás de él un castaño con una gran anatomía y una sonrisa genuina en su rostro. Se sentaron unas mesas delante de la mia.

-ya decidiste, linda?- preguntó Lizy.

-si, solo una malteada. Porfavor- pedí

-en seguida- dicho esto retomó su trabajo y me dejó sola.

Saqué el libro romántico que tenía en mi bolso, y me dispuse a leerlo. Pero no pude. Sentí una intensa mirada recorriendo mi rostro desde lo lejos.

Fruncí el entrecejo y levanté la mirada para encontrarme con el rubio que había entrado hace algunos segundos.

Al notar que ya sabia que me estaba observando, se sonrojó notablemente y volvió a mirar la carta entre sus manos. Por otro lado, me quedé observándolo curiosa mientras el compartía algunas palabras con su acompañante. Su amigo, el castaño, se giró y me saludó desde lejos, respondí su saludo sonriente y él se volvió a girar, bajo la atenta mirada del rubio.

-aquí tienes linda, que la disfrutes- agradecí con una sonrisa y comencé a beber la malteada mientras continuaba con mi lectura.

Cuando me di cuenta que ya estaba empezando a oscurecer, decidí que era hora de marcharme. Pagué mi malteada dejando una buena propina y me dispuse a dirigirme a la salida.

Moví las ruedas a mis lados con las manos e intenté salir, pero la cantidad de gente me dificultaba el andar.

Soy usuaria de una silla de ruedas. Desde que tengo memoria he estado de aquí para allá en busca de la cura para mi enfermedad. Aunque muchos suponen que es un problema en mi columna vertebral, yo aseguro que es una parálisis sin causa aparente.

Mis intentos de salir fueron en vanos. Las meseras estaban demasiado ocupadas para ayudarme y además no quería ser una carga. Intenté una vez más y no lo logré. Mis ojos comenzaron a picar, me considero súper sensible, y es que, me pone demasiado triste el saber que jamás podré hacer cantidad de cosas por mi estado.

-señorita, necesita ayuda?- preguntó una voz masculina pero suave a mí lado. Levanté la mirada para encontrarme con el mismo rubio con el que compartí miradas esta tarde.

❝𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦❞  CHRIS EVANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora