O59 | MARATÓN 5/5

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Ari Levinson

Dejé de cortar los tomates en cuanto oí el llanto desconsolado de mi bebé

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Dejé de cortar los tomates en cuanto oí el llanto desconsolado de mi bebé. Limpié mis manos rápidamente y caminé hacia la cuna del pequeño que lloraba como si su vida dependiera de ello. Hice un pequeño puchero divertida y lo tomé entre mis manos, besando reiteradas veces su mejilla en busca de tranquilizarlo.

-parece que a alguien no le gusta estar solo- deduje, puesto que su pañal estaba limpio y no había pasado mucho tiempo desde que lo alimenté. Lo abracé contra mi pecho, oyendo como lentamente comenzaba a calmarse.

Leon se había vuelto mi mundo entero por solo existir. Era la perfecta combinación de Ari y yo, aún con sus pocos meses de vida ya poseía esos ojos celestes mar y aquellos brillosos ojos inocentes que me observaban con amor puro.

Respecto a mi relación con Ari. Había pasado más de un año desde que lo vi por última vez, donde discutimos intensamente acerca de su constante ausencia en mi vida. Comprendía que su trabajo demandaba mucho de él, aún más sabiendo el enorme corazón que tenia. Sin embargo mi lado egoísta no se sentía suficientemente satisfecha ante su poca atención.

Y cuando llegó a casa, después de meses fuera, diciendo que debía volver a viajar no lo soporté y exploté por primera vez frente a él. Claramente no le gustó nada y la pelea comenzó. En un momento de quiebre, le hice elegir entre su trabajo o yo, y me llevé una gran decepción cuando oí su respuesta. Ese día nuestra relación de años se fue al caño y jamás lo volví a ver.

Meses después lo supe. Una pequeña parte de Ari había quedado en mi, y no solo el dolor de una gran decepción, sino que también el dulce Leon, quien ahora era mi única y mejor compañía.

Leon se hizo una bolita entre mis brazos, mientras su respiración se iba haciendo cada vez más pausada, hasta hacerlo caer en un profundo sueño, con su mano tomando mi dedo índice, una manera de saber que estoy con él.

Sonreí enternecida y besé su cabecita con cuidado de no despertarlo, para luego colocarlo sobre su cuna nuevamente. Ahora podría continuar con mi almuerzo.

Pero al parecer el mundo tenía planes diferentes para mí, puesto que al llegar a la cocina, unos toques en la puerta se hicieron oír por el silencio del apartamento. Una mueca de terror inundó mi rostro al imaginar que Leon podría despertarse. Revise al bebé y observe su mueca pacifica mientras dormía tranquilamente. Suspiré aliviada y recordé que alguien estaba esperando detrás de la puerta.

Al abrir la puerta me encogí en mi lugar e hice lo primero que pasó por mi cabeza; cerrar la puerta en sus narices. Mi respiración se volvió irregular mientras el corazón latía desenfrenadamente. Él estaba aquí, él había vuelto y él sabría aquello que nunca tuvo la oportunidad de saber.

Me di cuenta de la inmadurez que acababa de hacer y decidí abrir la puerta nuevamente, encontrándome cara a cara con el padre de mi bebé. Ari estaba igual, incluso mejor, de ultima vez que lo vi. Su mirada cansada y entristecida me transmitía aquello que vi ese día que se fue; angustia.

-Ari- murmuré sorprendida -que haces aquí?-

Oí los balbuceos de Leon detrás de mí y supe que por el estruendo de la puerta se había despertado de su corto sueño. Ari pareció haberlo oído por lo que frunció el ceño ligeramente, pero su atención se desvió a mi, parecía querer encontrar las palabras correctas para expresarse.

-lo siento tanto- sus ojos estaban llenos de lágrimas y me sentí mal por la situación en la que lo metí la última vez que lo vi. Fui egoísta y carente de empatía. Tomé una fuerte respiración, intentando actuar como si no me afectara, pero en realidad me dolía más de lo que me gustaría.

-Ari, yo...-

-no, tú no tienes la culpa de nada. Fuí yo quien te descuidó, y ahora que no te tengo es cuando me doy cuenta de lo mucho que te necesito- dijo -sé que ya pasó más de un año, cumplí con mi misión, ¡si!, sin embargo me siento tan vacío sin ti-

Se vio interrumpido de su discurso gracias al fuerte llanto de Leon detrás de mí. Las cejas de Ari se levantaron con sorpresa, mientras que todo mi cuerpo temblaba. Pero no me quedé solo mirando al hombre frente a mi y caminé hacia mi bebé, arrullandolo entre mis brazos una vez más.

El hombre veía la escena desde la puerta sin poder creerlo. Leon tenía su cabecita posicionada sobre mi hombro, y cuando abrió sus ojos y su mirada chocó con la de Ari, él no pudo evitar sonreír como nunca lo había hecho antes.

Una de las lágrimas de Ari cayó, y yo no pude sentirme más culpable. Si, había intentado contactar con él cuando supe de mi embarazo, sin embargo nunca logré mi cometido y dejé de intentar.

-te lo puedo explicar- murmuré, mientras el bebé en mis brazos aplaudía contento viendo al rubio. Levinson no tardó en ingresar a mi hogar y cerrar la puerta detrás de él, viendo con ternura a la criatura en mis brazos. Él lo sabía, ambos sabían que se pertenecían, y es por eso que fue inevitable los brazos de Leon estirándose en dirección a Ari.

El hombre me pidió permiso con la mirada para poder tomarlo, aunque no debería, después de todo es su hijo también. Se lo pasé con algo de pesar y mordí mi labio inferior nerviosa mientras veía la escena.

Ari con Leon en sus brazos era lo más lindo y tierno que habia visto antes. Eran tan parecidos entre ellos que asustaba, aunque tenia pequeños parecidos conmigo, casi todo se lo llevaba Ari con su belleza inigualable. Suspiré enternecida y deseé estar así por un largo tiempo, que seamos una familia unida y feliz, algo que siempre había deseado y que esperaba que Leon pueda tener.

Y cuando Ari me sonrió con lágrimas escurriendo en sus mejillas y a Leon sonriendo mientras lo miraba lo supe. Esto era lo correcto.

❝𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦❞  CHRIS EVANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora