O29 | YOU ALREADY FORGOT ME? III

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Frank Adler

Respondí a su beso por unos segundos, intentando sentir algo para quitar a Zaira de mi cabeza

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Respondí a su beso por unos segundos, intentando sentir algo para quitar a Zaira de mi cabeza. Pero el problema fue que no sentí nada, no había amor ni química, solo era un beso sin sentido.

Me aparté de la morena, cabizbajo. La maestra de mi sobrina me observó confundida pero pareció comprender mi estado ya que, con una sonrisa triste, se alejó.

Suspiré estresado por las emociones que experimentaba. Ya estaba cansado de hacerme el difícil con la mujer que me roba el aliento, desde el principio quise perdonarla y decirle que todo estaba bien, pero mi orgullo no me lo permitía. Y ahora comprendo que ya era suficiente, debía volver a casa y hacer las cosas bien de una vez por todas.

Salí de aquel bar y corrí a mi camioneta. Por alguna razón sentía que cada segundo contaba y una desagradable sensación de ansiedad comenzaba a inundarme.

Cuando llegué a casa no había nadie, las luces estaban apagadas y el silencio gobernaba el lugar. Revisé cada habitación en busca de algún indicio de Zaira y Mary, pero no había nada.

Con mil dudas en la cabeza, me dirigí al lugar dónde suponía que podían estar ambas féminas. Sabia que Roberta le abriría sus puertas a Mary en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia, por eso me imaginaba que podían llegar a encontrarse allí.

-que haces aquí?- la rubia me observaba molesta. Su comportamiento me extrañó pero decidí dejar pasar su mirada fulminante.

-eso debería preguntar yo- contesté, observando detrás de ella en busca de Zaira -donde está Zaira?-

-eso debería preguntar yo- me burló, la reproche con la mirada y su sonrisa se borró -sé supone que debería estar contigo- con cada palabra que salía de la boca de la menor, más me confundía.

-ella dijo que se quedaría contigo esta noche- dije, rascando mi nuca con nerviosismo. Donde estabas, Zaira?

-digamos que la convencí de que fuera a buscarte al bar y te dijera todo lo que siente por ti- sonrió con inocencia, pero su sonrisa volvió a borrarse al notar mi ceño fruncido -que hiciste, tío Frank?-

-porqué la convenciste de hacer eso?- sabia que no era la culpa de Mary, pero la idea de que Zaira me haya visto besándome con Bonnie lograba sacarme de mis casillas. No quería confundirla, ella se había tomado un largo tiempo para remediar su error del pasado y ese beso pudo haber arruinado todas sus esperanzas. No quería perderla, no otra vez.

-yo pregunté primero- se cruzó de brazos, mirándome victoriosa. Ahora entendía aquella sensación de incertidumbre después de el beso, había cometido un gran error al devolverle el beso a la morena y esperaba que fuera algo que pueda enmendar.

No le respondí a Mary, volví a correr hacia la camioneta, rogando por que no sea demasiado tarde. En el tiempo que había pasado con la castaña, me di cuenta de que aquel amor, que creí haber enterrado hace tiempo, jamás se fue. Con solo su presencia lograba generarme una sensación de calidez, y su dulce mirada me hacía sentir querido.

Solo esperaba que no fuera muy tarde.

__

-Zaira Sherman- repetí, a la recepcionista del hotel donde la castaña me había comentado que se estaba quedando en su estadía aquí.

La pelirroja revisó algunas cosas en su computadora antes de responderme -lo siento, señor, ella canceló su reservación hace apenas quince minutos- suspiré rendido, estaba más que claro que había visto el beso y le había dolido. Aún no recuerdo como llegué a aquello con Bonnie, solo sé que si pudiera retroceder en tiempo jamás lo hubiera hecho.

El único y último lugar que me quedaba por buscar era en el aeropuerto, y esperaba un milagro para encontrarla en medio de tanta gente.

Pero cuando llegué, solo pude encontrarme con el aviso de que el avión a Londres había partido, y Zaira también. Mis ojos se llenaron de lágrimas pero evité soltarlas, esta vez el error había sido mío y esperaba obtener las disculpas que jamás pude darles a la castaña.

__

Refregue mis ojos con estrés al terminar la llamada con mi madre. Aquella mujer era testaruda y sabia que jamás se rendiría, no hasta conseguir la custodia de Mary. Pero mi cabeza aún se mantenía en la mujer que se había ido hace algunas semanas sin dejar rastro.

No sabia nada más de ella y Mary se negaba a contarme lo poco que habían hablado mientras no estaba. Había intentado por todos los medios comunicarme con ella, pero como resultado tenia una seca respuesta de su secretaria diciéndome que se hallaba ocupada con cosas de trabajo.

Zaira era una importante abogada que trataba los casos más remotos. No voy a negar que, en el momento que mi madre me envió una carta notificandome de un juicio por la custodia de Mary, pensé en ella como mi abogada.

Y por esa misma idea ahora me encontraba llamandola por enésima vez en la semana.

-hola?- mi corazón dió un salto al oír su voz después de tantas semanas. Tartamudeo pensando en las palabras que sería correcto soltar.

-Zaira?- tragué saliva al notar su silencio, esperaba no haberla cagado otra vez.

-Frank, hola!- la emoción en su voz me sorprendió, esperaba un tono seco y frío, pero al parecer Zaira nunca perdió su dulzura hacia los demás y eso me enamoraba aún más -está todo en orden?-

-me gustaría hablar contigo- dije, enrollando mi dedo en el cable del teléfono -aun no entiendo porqué te fuiste- oí un suspiro del otro lado de la línea.

-estoy en el aeropuerto del pueblo, puedes venir a buscarme?- mi sonrisa no se hizo esperar y juro que iba a saltar de alegría. No dude un segundo en aceptar y corrí a la camioneta más feliz que nunca. Antes de su llegada creí haberme acostumbrado a su ausencia, pero cuando volvió a irse sentí aquel vacío que creí haber superado.

Y es que Zaira era una mujer imposible de superar, con solo una mirada podía enamorar hasta al hombre más duro. Y eso no se hizo esperar de mi.

❝𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦❞  CHRIS EVANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora