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Si no te gusta Henry Cavill te aconsejo que dejes de leer. Sé que este es un libro de os sobre Chris Evans, pero una lectora me pidió este os y ciertamente me gustó mucho hacerlo. Por favor evita malos ratos y deja de leer en caso de desagrado
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Me mecía de un lado a otro, acompañada de Henry. Digamos que en mi cumpleaños lo último que se hacia era lo que yo quería, amaba a Herny y me encantaba tenerlo conmigo pero cada año era lo mismo; ostentosas fiestas, grandes regalos, muchos invitados. Y eso comenzaba a cansarme.
-te estás divirtiendo?- preguntó el pelinegro en mi oído. Mi mirada estaba pegada en algún punto vacío de la sala. Todos se estaban diviertiendo, porqué yo no podía hacerlo también?
-claro que sí- mentí, de hecho estaba por caerme del aburrimiento.
-es una pena, de estar aburrida te hubiese llevado a conocer mi regalo para ti- sus manos acariciaban mi cintura por encima de mi vestido blanco. Suspiré contra su hombro, no me interesaba su regalo pero imploraba escapar con él de allí.
-en ese caso, esto es lo más aburrido que he hecho en toda mi vida- Henry soltó una carcajada y se separó de mi, tomó mi mano y me encaminó a las afueras del salón. Subimos las escaleras y llegamos a nuestra habitación, donde me dirigió una significativa mirada.
-necesito que te cubras los ojos- pidió, extendiendo un trapo negro en mi dirección. Lo miré emocionada, mientras un escalofrío de excitación me re corría de pies a cabeza.
-Henry, si piensas hacer lo que creo, necesito recordarte que hay un grupo de personas en la planta baja- dije. Henry negó sonriendo y se acercó para cubrirme los ojos.
-tú solo disfruta tu regalo- susurró en mi oído, a ese punto yo ya no veía nada y estaba segura que mis bragas estaban mojadas, muy mojadas. Asentí a sus palabras, oyendo el sonido de la puerta abriéndose. Sus manos tomaban los lados de mi brazos, guiándome a través de la habitación.
Mis manos intentaban tantear algo en busca de apoyo, me sentía desprotegida sin poder ver nada y Herny se había alejado de mi. Toqué una dureza, notando que se trataba de un fornido pecho. Lo acaricié por unos instantes, deseando deseando quitar la camisa que no permitía tocar su piel.
-Henry, no vuelvas a dejarme sola, estoy con los ojos vendados y no sé qué planeas- pegué un suave manotazo a su pecho y me extrañé al no percibir una de sus carcajadas o alguna acción característica de él.
