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—Si tienes apartamento propio, ¿Por qué sigues viviendo con tus padres? Cuestionó caminando hacia el sofá, acomodándose sobre este con toda la confianza del mundo.

Bruce se encogió de hombros y dejó las llaves sobre la mesa.

—Supongo que estoy reservando este lugar para mi futura familia. Sonrió suave y se sentó junto a ella. Y bueno, paso días aquí. De vez en cuando vengo con mis padres y Peter a pasar el rato.

Natasha se quitó los tacones y Bruce palmeo su regazo, invitándola a acomodar sus pies sobre este.

—¿Cuántas han estado aquí? Bruce rió despacio al escuchar su tono. Mejor no me lo digas, no quiero arruinar esta noche tan perfecta.

—Eres la primera. Prometió. Eres especial. Justificó.

Natasha sonrió amplio y con dificultad se acercó a él.

—Dime que tengo lo suficiente como para merecer estar a tu lado. Pidió recargando la cabeza en el hombro del rizado.

Bruce la rodeo con un brazo por los hombros y la miro.

—¿A qué se debe esa inseguridad?  Pregunto tranquilo.

Natasha lo miro y se encogió de hombros.

—Hoy escuché a muchas decir que están interesadas en ti. Bruce sonrió y acarició la mejilla de la pelirroja.

—Eso no importa. Yo te quiero a ti. Dijo logrando robar un suspiro sincero de la joven. Algo me dice que terminaré enamorado, y quiero hacerle caso a ese algo porque creo que vale la pena.

—Eres tan perfecto que das miedo. Rió antes de robarle un beso al pelinegro.

—Hoy definitivamente fue tu noche. Tenías a todos enamorados.

—¿Y a ti? Acunó la cara de Bruce con delicadeza. Dime, ¿Cómo te sentías tú? Soltó en un tono algo más provocador.

—Me sentía con ganas de quitarte ese maldito vestido una y otra vez. La beso pausadamente, mordiendo ligeramente sus labios.

—¿Lo harás? Pregunto en un tono inocente.

De pronto, Bruce se quedó quieto. La miro detenidamente y sonrió.

—Dios, eres tan bonita que lo único que quiero ahora es mimarte hasta hacerte dormir. Se rió de sí mismo y negó.

Natasha sintió explotar de la emoción y atino a pegar sus labios a los del rizado. Se acomodó sobre su regazo con ayuda de Bruce y profundizó el beso.

—Quiero ser lo primero que aparezca en tu mente al despertar. Natasha hablo tan bajo que apenas y fue audible. Quiero merecerlo.

¿En qué momento se rompió la tensión sexual para darle paso a la cursilería?

—Lo serás. Sonrió antes de besarla nuevamente.

Cerrando los ojos ligeramente, permanecieron unidos un par de minutos, perdiéndose en el momento e ignorando las futuras consecuencias de sus decisiones.

Bruce comenzó a bajar el vestido de la pelirroja, descubriendo poco a poco el pecho de esta. La parte superior del vestido se deslizó por el cuerpo de la joven, deteniendo su camino en la cintura y dejándola algo expuesta.

Los besos comenzaron a bajar por el cuello de Natasha, mientras ella intentaba desabrochar la camisa del rizado, la lengua de él ya se encontraba jugueteando cerca de sus senos.

Un jadeo corto salió de la boca de la pelirroja en cuanto Bruce metió la mano por debajo del vestido. Ella lo detuvo para quitarlo rápidamente para después sentarse sobre él, quedando frente a frente. Porque por extraño que parezca, la mirada del rizado le provoca algún tipo de sensación extraña pero placentera.

Sentir el deseo en los ojos negros del joven quizá le hace sentir aún más especial.

Bruce levantó la cadera para facilitarle la tarea a la pelirroja quien con algo de fuerza bajo los pantalones del rizado. Comenzó a mover la cadera sobre él, obligándolo a besarla.

—¿Eres mía? La voz de Bruce fue más profunda e incluso ronca. La tomo de la cintura con fuerza ayudándola a marcar un ritmo.

—Seré tuya el tiempo que lo merezcas. Contesto con la respiración agitada.

Bruce sonrió pegando sus labios al cuello de la pelirroja, besándola de una forma agresiva.

—Espera... Bruce se detuvo de golpe y en su cara apareció una mueca de preocupación. Creo que no tengo condones.

Natasha cerró los ojos y sonrió divertida.

—Bruce, acabas de cortar todo rastro de pasión. El rizado dejo caer sus brazos a los costados de su cuerpo con molestia.

—Ahora vengo, iré a tirarme por la ventana. Bromeó. Supongo que en la habitación que se auto asignaron mis padres hay. Pero no sé qué tan cómodo me voy a sentir con el hecho de buscar condones en su habitación.

—Mejor esperemos, creo que tampoco me sentiría cómoda usando los condones de tus padres. Y decir eso la ruborizó más que estar semi desnuda frente a Bruce.

Se bajó del regazo del pelinegro y se recostó subiendo nuevamente sus pies sobre las piernas de su acompañante. Pero esta vez una sonrisa apareció en su rostro al sentir la erección que sus movimientos habían provocado.

Bruce se removió algo incómodo y carraspeo al sentir como los pies de Natasha comenzaban a jugar sobre él.

Se estiró para alcanzar la cajetilla de cigarrillos y así poder encender uno.

—Me gusta verte fumar, te ves demasiado atractivo. Y esa camisa desabrochada. UFFF. Soltó mordisqueando la punta de su dedo índice.

—Deja el coqueteo, no quiero que Clint me mate por entregarle una hermana embarazada. Amenazó en un tono juguetón.

—Solo espero que esto dure lo suficiente como para un día amanecer a tu lado lista para montarte mientras fumas el primer cigarrillo del día. Bruce la miro serio. Porque quiero montarte.

—Estoy ebrio y tú te estás acercando al peligro. Trago saliva pero esta vez parecía decirlo más en serio.

Castigame. Acarició el abdomen de Bruce con uno de sus pies.

—Nat, hablo en serio. Quitó los pies de la pelirroja y se puso de pie subiendo su pantalón.

—Yo también lo hago. Fue lo último que dijo antes de bajar sin permiso el pantalón del rizado, bajando la ropa interior y liberando su erección.

Hincada frente a él, y sin darle tiempo a reaccionar, tomo la erección de Bruce entre sus manos y sin pensarlo más abrió la boca lista para comenzar con su labor.

Hilo. (Brutasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora