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—¡Hey! Bruce se quejó al sentir el manotazo de la pelirroja sobre su pecho.

—Eres el mayor idiota que conozco, te odio, Bruce Stark. Soltó antes de besarlo nuevamente.

—Quiero brillar a tu lado, no me dejes, te lo ruego. Natasha asintió obligándolo a permanecer en silencio con un beso.

Las palabras dejaron de ser necesarias, incluso el viento sabía lo mucho que se necesitaban, y no solo de una forma sexual.

Las labios de Bruce comenzaron a recorrer la piel de Natasha robandole un suspiro, ella realmente extrañaba esa sensación de bienestar.

Sin delicadeza alguna, la tomo entre sus brazos y la llevo a su habitación sin parar los hambrientos besos.

Se recostó sobre ella metiendo las manos por debajo de su playera, Natasha se aferró a su espalda jadeando suavemente al sentir la mano del rizado jugar con uno de sus senos.

—No... No, para ya. Pidió asustandolo.

—¿Estás bien? Busco su mirada intentando saber que estaba pasando.

—Bruce, quiero que hagamos una sesión de desnudos, aquí. Juntos. Dijo con evidente vergüenza.

Bruce tuvo que tragar saliva mientras su mente procesaba la información.

—No debes hacerlo, no te sientas obligada cuando no te gusta la idea. Beso la punta de su nariz de una forma tierna.

—La primera vez que hablamos de eso, dijiste que veías los desnudos como arte. Bruce asintió. Hazme sentir como el mayor arte que han visto tus ojos, lo necesito.

Sin estar convencido del todo, se puso de pie sin dar respuesta y desapareció de la habitación dejándola confundida.

Algo arrepentida suspiro en medio de la soledad, aunque esta vez se sintió diferente. Las lágrimas no se hicieron presentes y es que saber que Bruce aparecería en cualquiera momento para recostarse junto a ella le dio fortaleza.

—Esta cámara me la dio el papá de Tony en la primer fiesta en la que asistí como su nieto. Explicó dejando una vieja cámara fotográfica sobre la cama. Ese día me volví loco, cada foto que sacaba podía tenerla en minutos, no había necesidad de esperar a que Tony las llevara a revelar.

Natasha escucho atenta, una punzada de alegría llegó a su corazón al ver los rojos ojos de Bruce brillar mientras relataba la historia.

—Hace mucho no la ocupo, deje de hacerlo cuando él y Tony pelearon. Se encogió de hombros y exhaló. Quiero ocuparla contigo.

—Me gusta escucharte hablar de lo que amas, tus ojos brillan y tu sonrisa es más grande de lo normal. Su tono tan dulce lo hizo sonreír.

—Y eso que no me has escuchado hablar de ti. Contesto ruborizado tomando la cámara con cuidado.

¿Qué debo hacer? Pregunto temerosa poniéndose de pie.

—Vamos al estudio, quiero que todo suceda ahí. Natasha asintió y permitió que Bruce la rodeara por detrás.

Con pasos lentos y torpes llegaron al pequeño estudio, mismo del que ella no tenía conocimiento.

Bruce encendió las lamparitas haciendo la iluminación tenue.

Natasha recorrió la pequeña habitación mientras él se preparaba, y es que no importa que tan sin importancia sea la foto, él siempre se lo toma muy en serio.

Algunos cuadros decorando la habitación, todos demasiado pequeños pero bien combinados.

Reconoció a un par de modelos y para ser completamente honestos, sintió celos al ver sus fotos decorando un lugar tan íntimo para Bruce.

Aunque ese pensamiento despareció al ver una parte de la pared dedicada a su familia.

Todas fotos casuales, tomadas de la nada pero representando la dulce unión familiar.

En medio de todas estas, una foto de una mujer de piel blanca y ojos grandes. Su atención se centró en ella, en cuanto comenzó a prestar atención a los rasgos de la mujer pudo imaginar de quién se trataba.

Pestañas largas y onduladas, una sonrisa ladina que dejó ver un par de hoyuelos profundos y un cabello negro ligeramente rizado.

El carraspeo de Bruce la saco de sus pensamientos, Natasha giró de golpe con un rubor en sus mejillas.

—Es mi mamá. Dijo al ver que ella no se atrevía a preguntar. Es la única foto que conservo.

Bruce callo de golpe y ella no tuvo intensión de indagar más.

No sabe las circunstancias en las que Bruce dejo a sus padres biológicos pero si él no tiene ganas de hablarlo, entonces es algo que va a respetar.

—Acomodate en ese sofá. Natasha frunció el ceño y sonrió.

—¿No debo desnudarme antes? Pregunto en un tono coqueto.

—Lo haré yo. Necesito tocarte y lo haré de la forma más placentera posible.

Ante esa dulce amenaza, Natasha se vio obligada a tragar saliva de una forma agresiva.

Se sintió sumisa ante la mirada llena de deseo del rizado, con los nervios en la garganta camino hasta donde él le indico y se sentó recargando la espalda en el cómodo sillón.

—Espero que no seas tú quien desnuda a todas las modelos. Los celos la atacaron haciendo reír al rizado.

Colocó un cigarrillo entre sus labios y lo encendió antes de tomar la cámara. Camino hasta quedar frente a ella y se mantuvo serio.

Natasha pudo notar su cambio de actitud, ahora parecía más rudo y despreocupado.

—No quiero que hables. Ordenó acercando su mano hasta el botón del pantalón de la modelo.

Natasha siguió sus movimientos con la mirada, sin saber por qué, sus nervios y ansias aumentaron de golpe por la cercanía. Esa deliciosa cercanía.

Colgó la cámara en su cuello para poder desnudar a la joven. Natasha sintió su cuerpo reaccionar casi inconsciente ante las manos del rizado, para cuándo se dio cuenta su torso ya estaba desnudo.

Se quejó en cuanto Bruce se sentó sobre ella, el peso del rizado la hizo exhalar pero a él pareció no importarle.

Con las yemas de los dedos Bruce estímulo la punta de los pezones de la expuesta Natasha, haciéndolos reaccionar ante el contacto. Sonrió satisfecho y pego la cámara a su cara tomando la primer fotografía.

Una sensación desconocida la recorrió por completo, algo tan sencillo le hizo sentir una corriente eléctrica que erizo su piel.

Bruce ni siquiera le dejó ver la fotografía, la dejo en el piso antes de continuar.

—Vas a recargar la espalda y pondrás las piernas sobre mi, necesito que mantengas un poco de distancia. Ordenó serio y ella obedeció.

Mientras se acomodaba Bruce le ayudo a quitar sus pantalones dejándola en unas bragas de encaje.

Tuvo que contenerse para no terminar arrancandolas.

—¿Q-qué harás? Tartamudeo al sentir la erección del rizado frotándose contra su intimidad.

—Te voy a follar para que puedas apreciar el arte que eres mientras te corres sobre mi.



Hilo. (Brutasha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora