{Shawn Mendes One Shots}^

Señorita 🔥

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"Tarde en Miami, el aire estaba caliente por las lluvias de verano. Me gotea el sudor. Antes de que si quiera conociera tu nombre."

"Zafiro y luz de luna. Bailamos por horas en la arena. Tequila Sunrise. Su cuerpo encaja en mis manos."

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—Dios mío, no pares.—Su acento tan fuerte y suave a la vez me causa miles de sensaciones. Su piel es tersa y suave a pesar del sudor que baña todo su cuerpo. Eso solo me incita a seguir moviendo mis caderas contra las suyas.—¡Shawn!.—Sus manos se pierden en mi cabello y tiran de él con destreza. Estoy completamente perdido en su cuerpo y no quiero parar.

¿Cómo puede tenerme tan enloquecido si apenas hemos compartido un baile?

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"Me encanta cuando me llamas señorita, desearía poder fingir que no te necesitaba pero cada caricia es como oh la la la. Es verdad. Debería salir corriendo. Oh me haces venir a ti".

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—¿Quieres bailar?.—Me mira con picardía antes de tomar mi mano sin ningún tipo de timidez y llevarme en medio de aquella pista imaginaria de arena.

—Solo si puedes seguir mis pasos.

La arena hace que nuestros pies se entierren y hagan algo difícil movernos pero ella es muy ágil. Tanto que hace parecer que bailo tan bien como ella. Restriega su cuerpo al mío sin pena alguna, acaricia mis labios con los suyos sin permitirme besarle. Demonios, quiero besarle.

—Diablos, señorita. No tienes idea de cómo me tienes.

—Claro que la tengo.

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"Encerrados en el hotel, hay cosas que nunca cambian. Dices que sólo somos amigos, pero los amigos no conocen cómo sabes"

"Enganchado en tus labios, desnúdame. Enganchado a tu lengua.
Me encanta tu beso mortal, no pares."

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—¿Me estás jodiendo? Es muy temprano. Cierra esa cortina.

—Oblígame.—Esa sonrisa traviesa vuelve a aparecer en esos rosados y bien delineados labios. Cuando muerde su labio, sin pensarlo dos veces, me pongo de pie y cierro por mi cuenta esas cortinas para posteriormente arrojarle sobre la cama aún deshecha. Hemos despertado hace un par de minutos y sé que su cuerpo pide más de mí. Como el mío ruega por ella.

—Me tienes loca, papi.—Sus manos se deshacen con agilidad de mis pantalones mientras me encargo de saborear con fervor la piel de su cuello.

Retiro mi camiseta de su cuerpo y me deshago de aquellas pequeñas bragas negras con los dientes permitiéndome morder levemente la piel de aquella zona tan sensible haciendole retorcer gimiendo mi nombre con algo de súplica.

—¿Que desea, señorita?

—Te quiero dentro. Ahora.

Beso la piel de sus muslos con paciencia. La paciencia que parece perder ante cada segundo que pasa.

Saboreó aquel adictivo sabor deleitándome con cada sonido que ella emanaba. Escucharla pedir por más me hace querer más de ella. Poseerle y nunca dejarle ir.

Sus manos se enredan en mi cabello y me hace subir a sus labios permitiendome besarle con cierta lujuria disfrutando del roce de nuestras intimidades.

Se sienta entre mis muslos y decide tomar el completo control de la situación. Delinea con su lengua mi línea esternal cubierta de vello y estira con los dientes un par de ellos. Comienzo a recostar mi cuerpo sobre aquella cama dejándome a su completo merced, sus manos de enganchan en mis caderas y sigue con aquel delineado hasta llegar a mi masculinidad. Sentir sus labios envolver mi zona más sensible me hace perder la cabeza. Esta enloqueciondome.

Abro sus piernas y sin ningún tipo de advertencia me hundo en ella con lentitud arrancando de su garganta un ronco sonido de satisfacción. Tomo aquellas caderas perfectamente curveadas y me adentro en ella tanto como me lo pide. No puedo evitar guardar cada detalle de su rostro mientras le hago el amor. Su ceño levemente fruncido, sus labios entreabiertos dejando salir un par de leves quejidos y sus ojos cerrados privandome de perderme en aquel color oscuro que poseían.

Voy a extrañarle cuando me vaya.

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"Espero que signifique algo para ti. Llama mi nombre, vendré por ti".

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—¿Volverás?.—Sus gentiles manos recorren mi cintura, juguetean con mis caderas y suben a mis hombros. Aquella sonrisa tan varonil aparece en su rostro. Besa el dorso de mi mano y finalmente decide hablar.

—Si, regresaré en un par de días. Y al hacerlo tú te irás conmigo.
 

 
   
  
   
   
   
  

   
   
   

Él no volvió.

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