Capítulo 11.2

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—Yo los declaro, marido y mujer. —El padre daba por terminada la boda con la frase célebre. —Puedes besar a la novia.

Mirts se inclinó alzando el velo mientras veía la cara sonrojada de su, ahora, esposa.

—Ven acá preciosa. —Dijo sujetando a su mujer por la cintura mientras ella se acercaba para besarlo.

Cuatro años después, Mirt recordaba ese día como hubiera sido ayer, la diferencia es que esa noche había dormido con su esposa en su cama y no en el sillón donde ella lo había mandado.

Mirts y su esposa Eva, habían estado peleando de nuevo, la guerra había iniciado y le habían pedido a Eva que fuera como jefa de enfermeras. Mirts obviamente se había negado pero su Eva era necia y no aceptaría un no por respuesta.

Cada vez que peleaba con Eva, Mirts no podía dormir, así que se levantó y comenzó a hacer el desayuno, tal vez eso la distraiga y olvide el tema, pensó Mirts pero si tan solo pudiera cocinar algo decente.

Después de quemar tres huevos, descomponer la batidora y tirar casi toda la leche, Eva se despertó.

—Mierda, maldita sea. —Se quejaba Mirts al haberse quemado.

—¿Todo bien? —Eva había estado observando a su esposo cocinar tratando de no reírse y haciendo que el enojo se bajara.

—Hola amor, trató de hacer el desayuno, espera en el comedor. —Dijo Mirts sin darle la cara por concentrarse en voltear su huevo con jamón.

Eva obedeció a su esposo y se fue a sentar para leer el periódico matutino, la primera plana hablaba de como guardar la calma durante estos tiempos sombríos mientras la segunda hablaba de cómo estar mejor preparado, todo el periódico decía GUERRA entre líneas.

—¡Ta-Da! —Mirts llegó con un plato para su esposa.

El huevo no tenía color y Eva podía estar segura de que estaba crudo ya que podía ver un poco de yema escurrir, lo probó para no ser descortés pero no tenía sal y confirmo que si estaba crudo.

—Rico. —Dijo ella con la boca llena.

—No es cierto, dame eso, te traeré cereal con leche. —Dijo Mirts derrotado por un huevo.

Eva continuó leyendo el diario esperando a su esposo cuando escuchó.

—Bien.

—¿De qué hablas? —Eva preguntó dudosa.

—¿Quieres ayudar? Bien, supongo que es tu trabajo y te necesitan allá. —Mirts dijo abatido. —Solo ten cuidado, recuerda que tienes a un esposo en casa que ni siquiera puede hacerse de comer. —Mirts se sentó en una silla con la cabeza agachada.

Eva sabía el gran esfuerzo que su marido hacía para dejarla ir, así que se paró y corrió a abrazarlo.

—Ten cuidado, Eva. —Mirts decía como si fuera la última vez que la veía.

—Lo tendré, lo prometo. —Ella dijo tomando su cara para poder besarlo.  

Immortals /Bucky Barnes/Where stories live. Discover now