Después de haberse calmado un poco, se sintió sucia, una mala persona, sus ojos estaban hinchados por la falta de sueño y por el llanto, había decidido que necesitaba más ayuda de la que aparentaba así que fue con la única persona que confiaba en estos momentos. Howard.
Eran casi las seis de la mañana cuando llegó a la mansión, el sol apenas iba saliendo. Comenzó a tocar con desesperación, como si alguien la persiguiera, pero acaso ¿no era así? Su conciencia estaba matándola.
El señor Jarvis le abrió la puerta encamorrado, su traje estaba todo descompuesto, acaba de despertarlo.
—¿July? —Se extrañó al verla con unos pants y una playera. July se había desecho de la sudadera dejándola en el basurero por la sangre que tenía. Además de que se había lavado las manos y la cara en una fuente afuera de la biblioteca de la ciudad.
—Necesito ver a Howard, ahora.
—Claro, pero me temo que esta durmiendo. —Jarvis se disculpó por su jefe.
—Jarvis, te lo suplico, despiértalo, esto es urgente. —El mayordomo asintió y fue directo a la alcoba de su jefe, el estado en como la señora Mirts había llegado le comenzó a preocupar.
Después de esperar por lo menos diez minutos, Howard llegó a la biblioteca con su característica bata de seda y los ojos rojos por haber despertado.
—¿Qué te pasó? —Se sorprendió a verla de esa manera.
—Nada.
—¿Nada? ¿Quieres que crea que llegas a mi casa a las cinco de la mañana vestida de esa manera, con el cabello hecho un desastre al igual que tu cara y que eso es nada?
—Son las seis. —July lo corrigió.
—Así sean las 12 del medio día me vale un carajo, ¿qué te pasó?
He aquí el dilema, le diría lo del doctor Hoffman, o no. No, definitivamente no.
—Estaba en casa, pensando todo lo que hablamos en la tarde y llegué a la conclusión de que tienes razón y de que debo desaparecer. —July dijo seria. Luego dejó el maletín de lado esperando que Howard no le preguntara qué había ahí, ya que también estaba su arma y las otras cosas que había llevado a casa del doctor Hoffman.
—Eso no explica tu aspecto.
—¿Crees que hay taxis a estas horas? Me vine corriendo. Entre en tipo un ataque y no sabía qué más hacer.
—Ya lo note. —Dijo él respirando desesperado. —Ven, te daré tus nuevas identidades y debemos planear bien, como fingiremos tu muerte. Estaba pensando en un accidente de auto o barco o algo por el estilo.
—Eso significa que no podré despedirme de nadie.
—¿Acaso quieres hacerlo? —Howard la miró extrañado.
—Me gustaría despedirme de mi madre y de Cass y de Mirts.
—¿Y decirles qué? —Howard estaba algo desesperado al igual que ella.
July agachó la cabeza y vio sus tenis llenos de lodo.
—No lo sé. —Fue lo que salió de su boca apenas audible y más lágrimas salían de su cara, esto era mucho por una noche.
—July, July, calma. —Howard hizo que la chica se sentara en el sillón de dos piezas. —¡Jarvis! Té. —Le pidió y el señor salió disparado de ahí. —Será mejor que te calmes, tenemos cosas que hacer.
Lo que menos quería hacer July en estos momentos era calmarse, ¿cómo la gente podía vivir de esta manera, asesinando y haciendo daño a los demás?, ¿cómo podían dormir de noche?, ¿qué diría la gente si se sabe que fue ella?
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Immortals /Bucky Barnes/
Fanfiction"Nos veremos pronto, Julia." Y ahí fue cuando se dio cuenta de que a pesar de volverlo a tener frente a frente, James Buchanan Barnes no era el mismo hombre que había despedido hace 75 años y que tal vez, en realidad, nunca lo recibiría de nuevo.