Capítulo 29.1

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Nota de autora al final del capítulo.

A la mañana siguiente Jarvis había sido el encargado de llevarle ropa, el mayordomo no le había dirigido la palabra, no entendía cómo era posible que Howard siempre terminaba perdonándola, además, el verla igual que siempre no era a lo que estaba acostumbrado.

July no podía estar encerrada, aparte, después de darse un baño, se dio cuenta que su cabello había perdido el color, su castaño de siempre estaba dándose a notar, las puntas rubias estaban terriblemente maltratadas. Todo ese tiempo en HYDRA encerrada le habían destruido su cubierta. Hace mucho que no se veía como castaña.

Entonces, con esa idea salió de la casa de Howard con un poco de dinero que le dejó, para comprar más ropa, y como ella lo veía, iría al peluquero.

En el momento que salió de la casa, unos ojos la siguieron y decidieron bajarse del auto en el que la estaban esperando.

July iba viendo la ciudad con asombro, muchas cosas habían cambiado desde la última vez que había estado ahí, y por lo que veía también las modas, ahora las mujeres usaban más pantalones que antes y había mucho color.

July entró a tres tiendas, donde al final, en la tercera fue donde encontró una sección de rebajas, se midió y compró lo necesario y salió de ahí.

Luego se metió a la primera peluquería que encontró y pidió que le volvieran a pintar el cabello de rubio, eso hasta que no fuera más Emily Borges y Howard le diera un nuevo alias.

Ya iba caminando de vuelta a la casa cuando no pudo soportarlo más, con sus cosas en mano se metió a un callejón y se escondió detrás de unos botes de basura. Ahí vio cómo el hombre que sospechaba que la estaba siguiendo se metió y ahora estaba a su vista. De seguro HYDRA lo había mandado.

Ella salió de su escondite mientras el hombre le daba la espalda, había dejado las bolsas de lado para poder sacar su arma.

—No creas que no se que me has estado siguiendo. —Él hombre por reflejo quiso sacar su pistola y July se dio cuenta. —Ni lo pienses. Suéltala, y aviéntala lejos. —La chica cargó su arma. —Ahora date la vuelta. ¿Quién te envía?

El hombre que creyó que había sido muy cuidadoso ahora estaba maldiciendo en voz baja mientras se daba la vuelta.

—¿Quién te envía? —July se acercó hasta él y lo empujó a una pared. Seguía apuntándole con el arma.

Luego lo reconoció.

"Mirts." July podría reconocer esos ojos donde fueran. "Yo...creí...pero...¡¿qué haces en Nueva York?!" Claro que eso no lo dijo, solo lo pensó.

En cuanto supo quién era aquel hombre, guardó su arma y recogió sus cosas para intentar salir corriendo de aquel callejón pero una mano tosca la detuvo.

—Ah no. —El oficial ahora fue quien la acorraló contra la pared.

Fue como si algo lo hubiera golpeado a la cabeza, pudo sentir sus lágrimas nublando su vista. Sus pulmones no tenían aire, era como su hubiera dejado de funcionar.

El día anterior cuando la vio saliendo de la comisaría fue como si un rayo le hubiera caído, no podía ser ella, ¿o sí? Luego vio su foto, Emily Borges decía el expediente, pero era ella, tenía que ser ella. En cuanto la vio irse no dudó en seguirla, había pasado toda la noche en casa de Howard y él, afuera esperando. Ahora la tenía frente a él y no podía creerlo.

July trató de zafarse, empujarlo pero no podía creerlo, había envejecido, como todos en su vida.

—July. —Dijo sin aliento.

Immortals /Bucky Barnes/Where stories live. Discover now