Capítulo Uno

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Si eres un Evans, sabes que debes ser exitoso.

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Eran las seis de la mañana aproximadamente.

Me encontraba apoyado sobre la gran ventana en mi habitación, delineando con mis dedos las gotas de lluvia que iban desapareciendo una trás otra a medida que el sol volvía a salir. Un viento frío habia recorrido la ciudad por días, creo que, esta es la primera vez que contemplo el sol de nuevo.

La puerta de mi habitación se abrió de imprevisto, sacándome un susto de mierda.

Era Mónica, mi mucama, que al parecer tomo la costumbre de mi madre y ahora entra sin pedir permiso a mi hábitat natural.

Debería ver mas Discovery Channel, porque ahora me la tengo que comer.

-Haiden-dijo-buenos días, sus padres...

-¿No pensabas tocar la puerta, Mónica?-la interrumpí.

-Disculpe, olvide que...

-Que no me gusta que entren sin permiso a mi habitación, ya veo. Lo has olvidado toda la semana.

Bajó la cabeza, sintiéndose, visiblemente, como un niño regañado.

-No volverá a ocurrir-me regaló una sonrisa forzada y luego añadió-: sus padres lo esperan abajo para desayunar.

Con una ademán de cabeza, le indique que podía irse.

Apenas escuché el leve click de la puerta al cerrarse estrellé mi cabeza contra la ventana repetidas veces. Para que vivo, en serio.

Estaba furioso.

No, furioso no. Cabreado hasta el hueco del...mejor respiro profundo.

Las vacaciones antes de comenzar la universidad iniciaron hace dos semanas.

Semanas que podía definir con cinco palabras: comer, dormir, jugar, televisión, memes, youtube, sexo...

Ya van siete.

El punto es que fueron semanas relajantes y libres de alteraciones en la rutina diaria, y yo odiaba alterar mi rutina, o al menos me repetía constantemente la necesidad de odiarlo para no sentirme miserable.

La cuestión es que hoy nada de eso pasaría porque mis padres me iban a mandar a un pueblo establecido a ocho horas de aquí, alejándome de mi único amigo, de mi cómodo hogar, de mi increíble ciudad y de mi maravillosa novia.

Todo porque debía escribir un jodido libro para el último día de las vacaciones.

Mis padres eran dos exitosos multimillonarios dueños de una editorial llamada Strom, la más importante de la ciudad. Y yo, Haiden Evans, de solo dieciocho añitos, era su único hijo.

Y con ese apellido y con estos padres, debía dar el ejemplo.

Todos los Evans eran los mejores en áreas específicas, todos los Evans asistían a las mejores universidades y todos los Evans tenían la mejor familia.

La última parte no era del todo cierta.

A lo largo de mi existencia me he esforzado por tener el mejor promedio, me he esforzado por ser un buen chico digno del orgullo de mis padres y sobre todo, me he esforzado por estar a la altura de mi apellido.

Y así es como me pagan: enviándome lejos.

Lo único que mis padres objetaban al respecto era lo siguiente: "Es un pueblo tranquilo, estarás relajado y encontrarás más inspiración para ser un escritor ejemplar"

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora