Capítulo Diez

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Parálisis del sueño

*Reproducir canción cuando los personajes la estén escuchando*

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Una pelea. Un adiós. Una llamada...esa maldita llamada.

Los recuerdos de ese día no paraban de darme vueltas, repitiéndose con una insistencia cegadora, estallando en imágenes consecutivas, rápidas, irreconocibles algunas veces, otras no tanto...

Gritos, gritos, sangre...

Debía sentir lo que ella sintió.

Un sonido específico me trajo devuelta. Abrí los ojos, desorientado, sin tener idea de dónde estaba hasta que reconocí las paredes de mi habitación, y al entender que estaba despierto me tomé la libertad de soltar un quejido. Me quedé dormido mientras escribía, por lo que mi cabeza reposaba en la dura madera de mi escritorio en una posición incómoda, sintiendo una ligera línea de saliva recorrer mi barbilla. El sonido era mi celular recibiendo una llamada. Al levantar la vista noto que el reloj que colgaba sobre el armario marcaba las dos de la mañana, de modo que solo llevaba dormido una hora.

Me puse firme, pero parece que me incliné demasiado sobre el espaldar de la silla porque de un segundo a otro mi cuerpo cayó hacia atrás y mi cabeza golpeó el duro piso.

-¡Ah, mierda!

Caí con todo y silla. Tan rápido como pude me levanté, tomando el celular, mitad en este mundo mitad en la luna.

-¿Hola?

-Hola-era la voz de Khaisie.

-Hola-repetí, despertando por completo, como si me hubiesen lanzado agua fría.

-Hola...-repitió ella en tono lloroso.

-¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?-una gigantezca ola de preocupación me cayó encima.

-Está muerto-lloriqueó.

-¡¿Quién?!-exclamé, más preocupado que antes.

-Y entonces Owen no tuvo más remedio que apretar el gatillo contra su cien. Y tan rápido como tomó la desición, cayó en una oscuridad de la que sabía y con gusto entendía que no iba a salir jamás. Pero una vez allí logró entender las voces de su alma por primera vez, que le dijeron con sumo placer: "bienvenido a casa"

-¿Pero qué coño te pasa? Por mi salud mental, no vuelvas a hacer eso-pedí, y luego, repitiendo lo que acababa de narrarme, que a duras penas le preste atención cuando escuche la palabra muerte, mis ojos se agrandaron-. ¿Dónde encontraste una de mis novelas cortas?

-En internet hay una página con todas tus novelas de terror-me contó-. ¡Eres un ser sin amor! ¡¿Cómo pudiste matar a Owen?!

-Debía morir.

-¡No, imbécil! ¡no debía! ¡pudo seguir adelante! ¡la tenía a ella, por todos los cielos! Con esa forma de pensar seguro matas a todos tus personajes.

-Solo a la mitad.

-No entiendes mi dolor.

-A esta hora entiendo muy pocas cosas.

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora