Capítulo Veintidós

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Una jugadita al karate kid para salvar el culo de Hyson Evans

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Khaisie

¿Cómo un sonido podía hacer más daño que los golpes? ¿Cómo algo tan pequeño podía quitarte la vida?

Esas eran las cosas que pasaban por tu mente si vivías en Asheville.

Mi cuerpo deja de recibir el flujo de sangre requerido cuando la pistola de Caín apunta el cuerpo de mi Hércules. Me sentí caer en una profunda desgracia y, en cámara lenta, vi como la pistola realizó una diminuta explosión y una minúscula bala salió disparada a su cuerpo, que se agitó como una corriente de agua cuando lo atravesó, cumpliendo su propósito. Sin poder creérmelo, fría de los pies a la cabeza cuando el sonido de la bala me rompió los oídos, tan horrorizada que el miedo se personificó a mi lado, los observé atónita pisar el acelerador para perderse entre la espesa neblina que acompañaba las dolientes gotas de lluvia.

No pude moverme. No podía, ¿y cómo hacerlo? Haiden estaba tieso en posición fetal en medio de la carretera mientras la sangre lo rodeaba como una alfombra. Me teletransporte a la historia de Romeo y Julieta y solo pensar que lo perdí, solo pensar que estaba muerto, lejos de mi alcance, me deja pegada a la tierra, sin poder respirar, jadeando, temblando, llorando...

Esto no podía estar pasando.

Con un poco de valor llegué a Haiden y me arrodillé a su lado. Tomé su muñeca buscando algún rastro de pulso. Ufff. Si. Está vivo.

La bala, que continuaba dentro de él, impacta en su hombro muy cerca de su pecho. Todavía, si me apresuraba, podía salvarlo. Como pude lo subí a la parte trasera de su auto, usando todas mis fuerzas, mi energía, mi adrenalina, todo, todo lo necesario para moverlo, y una vez dentro, conduje a casa.

Abrí la puerta con el pie y tomando a Haiden por las axilas lo arrastro hasta la sala como un saco de papas, dejando detrás de mí una línea de sangre tan larga como el camino del mago de Oz. Le apoyé la espalda en el mueble y posicionándome frente a él tomé su cara y le di varias palmadas.

Estaba en muy mal estado: la sangre brotaba como una función de Las Vegas; su cara estaba inflada entre el morado y el rojo; su cabeza tenía varias heridas abiertas y lo más preocupante era que parecía imposible que estuviese respirando por la naríz...podría ahogarse.

-¡Nolan!-grito a mi mejor amigo-¡Nolan! ¡Nolan!-insistí, con el corazón desvocado al verme con las manos llenas de sangre.

Él baja las escaleras con la boca llena de caramelos, y a mitad de la travesía nos mira con los ojos bien abiertos y abre la boca.

Los caramelos rodaron por el piso.

-¡No me jodas!-exclama y llega hasta nosotros.

Pensé que diría muchas cosas, porque lo que a Nolan nunca le faltan son palabras. Pero para mi sorpresa, lo primero que Nolan dijo fue:

-¿Jugaron al karate kid con Haiden?

En otras circunstancias hubiese reído.

-Jugaron a todas las artes marciales con él. Necesito tu ayuda.

Nolan me pone una mano en el hombro.

-¿Qué ha pasado? ¿Fueron...?-se calló a media frase. Él sabía como me atacaba la ansiedad con ese tema-¿Fueron los mismos que mataron a Aaron?

-No sabría decirte-lamento, sollozando-. La lluvia era muy espesa. Pero un idiota con nombre de psicópata le disparó. La bala sigue adentro, ¿Sabes sacarla?

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora