Capítulo Once

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Un trato, Una pelea.

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Cuando los momentos difíciles reaparecen, con frecuencia necesitas compañia para poder afrontarlos.

Tenía dos terribles opciones:

Hyson y Heron.

Por más difícil que se me haga, no tengo otra opción que renunciar a nuestros problemas por un tiempo extremadamente estricto.

Y seguro pensaron que sería obvio a donde mis patas de pollo correrían.

A la habitación de Heron.

Y pues sí, soy típico.

Él fue mi boleto de avión.

Pero al abrir la puerta con tanta fuerza que golpeó la pared, la absoluta soledad me recibió con los brazos extendidos, acompañada del inconfundible sonido del silencio.

Entonces, aceptando el desafío de la vida con desesperación, me metí en el cuarto de Hyson.

Lo vi extendido boca arriba, con una mano en su pecho y la otra sobre su cabeza.

La lámpara en su mesilla de noche estaba encendida, por lo que note su torso desnudo subiendo y bajando con naturalidad, mientras su boca estaba entreabierta para dejar escapar ronquidos imperceptibles.

Cualquiera diría que no rompe un plato, cuando la realidad es que Hyson Evans es un peligro que recibe el orden y entrega el caos.

La maldad en su esencia más pura.

Debería estar prohibido para el mundo, pero resulta que lo prohibido es lo que atrae a las personas.

Con pasos rápidos pero silenciosos me acosté en el lado vacío de su cama, intentando no despertarlo. Fallé, por supuesto. Hyson está al pendiente de todo incluso cuando duerme. Apenas sintió mi cuerpo recostándose en la sábana se despertó con un agitar enfadado.


Ni siquiera se asustó al verme allí con cara de palo. En mi caso, hubiese pegado un grito que te cagas.

-¿Qué...qué mierda haces aquí?-preguntó en tono ronco, apoyando el peso de su cuerpo en los codos.

Recordé como se sentía quedarse sin aire, el desespero, el terror, la vida que las pesadillas podían tomar en las peores circunstancias, y de corazón, solo quise que cerrara la boca.

-Solo vuelve a dormir, ¿quieres?-dije y cerré los ojos, soltando una respiración más calmada.

-Grover-soltó en tono filoso-. Te sacaré a patadas, lo juro, ¿qué pasó?

Lo miré con mi mejor cara de culo, en plan Heron, ocultando mi sorpresa al escuchar el tono preocupado, aunque no le duro mucho. Sus ojos azules adquirieron un tono oscuro, y su cara se torció en una mueca de indiferencia.


-Olvídalo. No me interesa. Solo no te pegues tanto a mí, no vaya hacer que esa frase de "entre primo y primo más me arrimo" te la tomes en serio.

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora