La otra cara de la moneda
□□□●□□□
Khaisie
Hyson golpeaba la puerta con una fuerza brutal, agitando la madera hasta darle la apariencia de tener dentro de sí un corazón latente; giraba la manilla con furia y tenacidad, aulladando para llamar la atención de Haiden.
-¡Grover! El tiempo es oro. Si te estás masturbando detente de una buena vez, ¡hay chicas abajo! ¿necesitas a Khaisie? Puedo buscarla si quieres.
¡Odín! ¡Lo arruina todo. Es, es...como Loki ¡si! Un ser engañoso, insoportable, estúpido y hermoso al mismo tiempo.
Haiden y yo abrimos tanto la boca que nos pudimos tragar el mundo entero.
Hyson no podía vernos así.
Bueno, no otra vez.
Me pongo en pie, vistiéndome lo más rápido posible.
-¡Grover!
-¡Espera un minuto, Hyson! Ya casi termino.
-¡Mueve rápido esa mano!
Me detuve un segundo para plantarme en el suelo con fijeza y en voz baja dije:
-¿Dónde me escondo? ¡estamos en el tercer piso! Si me tiro por el balcón, ¿cúantos huesos crees que me rompa?
-No te vas a lanzar por ningún lado, ven acá-me toma por la muñeca.
La habitación, del tamaño de una casa pequeña, era portadora de una extensa sala de videojuegos y una inmensa cocina que tenía una isla en el centro. Inútilmente, me escondo allí, enrollándome como un caracol, tiesa como un espectro.
-No digas nada-me advierte y con solo el bóxer puesto y con el miembro aún con un tamaño considerable le abrió la puerta a Hyson.
Azomé media cabeza, expectante.
Hyson estuvo a punto de decir "Al fin" pero se atoro en media frase, observando a Haiden de arriba a abajo con expresión de "¿En serio somos familia?"
-Me figuro que he venido en mal momento, pero lo voy a pasar por alto. De verdad no sé que sería de ustedes sin mí-pronuncia y se adentra en la habitación-¿Estás solo?
-Ya lo creo-dice Haiden mientras se viste, con las mejillas encendidas. No de vergüenza, sino de ira-¿Qué quieres? Suponiendo que no volviste para verme la cara. Jodes más que una picazón de culo.
-¡Hey!-exclama Hyson-. Yo soy el del sarcasmo aquí, ahorrate esos comentarios.
-Si, como sea.
Hyson para no darle largas toma su polaroid, que colgaba de su cuello, paseando sus dedos por su estructura para calmarse y inicia un conteo, desde el uno hasta el diez y así sucesivamente, recuperando el ánimo. En el proceso camina hasta la cocina, donde yo estoy agazapada en el frío piso. Me muevo, y cuando el llega a mi escondite yo ya estoy del otro lado, respirando entrecortadamente.
ESTÁS LEYENDO
DULCES MENTIRAS
Teen Fiction#18 en extraño #20/10/19 #3 en encanto Haiden, Khaisie y Nolan saben lo que tienen que hacer: acabar con los hermanos Evans de una vez por todas. Acabar con esos dioses griegos que dominan el pueblo de Asheville. Cuya belleza oculta un centenar de...