Capítulo Quince

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La única forma de saber lo que quieres en la vida.

Es estando frente a la muerte.

¿Quieres comprobarlo?

Sólo llama a Hyson Evans.

Él te ayuda.

Con un...empujonsito.

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Haiden

-¿Ves esto?-dije, señalando un calendario que colgaba de mi puerta.

Hyson levanta una ceja con diversión.

-¿Es tu calendario de menstruación?-aventura.

lo fulmino con la mirada.

-Olvida el sarcasmo por un minuto-le pedí-. Ese calendario marca el tiempo que estaré aquí, ¿ves? Falta poco y no llevo ni la mitad del libro. No puedo acompañarte.

-Estoy exhausto de repetirte esto, Grover, en serio-me apunta con su dedo índice-. Haces lo que digo, y recibes información. Me parece que nos estrechamos la mano y todo, como lo hacen los compañeros de negocios.

-Si, pero...tengo tos.

-Te compro una medicina en el camino.

-Podría contagiarte.

-Compro una para mí también.

-Es una tos con flema, ¿entro en detalles?

-Si, puedes entrar en detalles con el doctor, vamos a la farmacia, y luego a resolverle el negocio a Joe.

Hyson ignora la existencia de la palabra "no", así que sobra decirlo: mis excusas se redujeron de manera considerable. Por lo que terminé bajando con él y Heron a su camioneta.

La tía Jenna nos recibió en la salida, besando nuestras cabezas, menos la de Hyson, que le dijo:

-Guárdate los besos para Joe, bruja.

Miré a mi primo de soslayo. Cuando lo vi en mi habitación esta mañana se veía pulcro y seguro. Ahora lo notaba malhumorado en exceso, pensativo, despeinado...¿Por qué?

-Grover, ve de copiloto-me ordenó.

Una vez en el auto, extrañado por su orden, tuve que aclarar mi mente.

-¿Por qué estoy aquí?

Hyson chasqueó la lengua con fuerza.

-Tuviste sexo y Heron no-se limitó a contestar-. Los machos van adelante y los niños atrás.

-No necesito follar todos los días-se defendió Heron, encendiendo un cigarrillo para dejar salir el humo por la ventana.

-Es lo que un niño diría-le espetó Hyson-. Un niño con secretos.

El silencio que siguió fue tan sorpresivo como incómodo. El resto del viaje nadie dijo una palabra, y Hyson pisaba con todo el acelerador, descendiendo velozmente, como si esperara encontrarse un barranco en el camino y lanzarse a él sin importar nada.

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora