Capítulo Cincuenta y siete. Parte 1

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Charla entre hermanos

Capítulo Dedicado a: @holacon

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El rato a solas entre Hyson y su padre llega a su fin cuando tocan la puerta dos veces.

-Pase, quien sea-dice Tyson.

Dominic entra y cierra la puerta detrás de él. Hyson lo fulmina con la mirada, atento al paso despreocupado pero elegante de Dominic Brown.

-¿Buenas o malas noticias?-pregunta Tyson.

-Seguimos atrapados-le dice Dominic, peinándose el cabello rubio con una mano-. Tienes una llamada.

Dominic le extiende el teléfono a su padre. Tyson lo toma y antes de atender intenta dejar las cosas claras.

-No se maten mientras hablo por teléfono-les da la espalda, sale de la habitación y contesta.

Al instante los ojos azules de Dominic apuñalan a Hyson.

-¿De que hablaban?-pregunta en un tono de voz falsamente jobial-¿hacían las pases? ¿se decían al oído cuanto se aman?

-Lo que haga con mi padre no es tu problema-contesta Hyson, tan calmado como un depredador antes de comerse a la presa.

-Nuestro padre-aclara Dominic y se acerca a Hyson. Nunca habían estado frente a frente. Dominic superaba a Hyson en tamaño, era mucho más rubio y sus ojos azules menos oscuros que los suyos; la espalda de Dominic era tan recta como un bailarín de ballet y su belleza era mucho más madura que la de Hyson. Entre ambas miradas una era más malvada que la otra, más letal, más descorazonada, y esa era la de Dominic. Hyson pensó amargamente que de tener una guerra de miradas con él perdería.

-Nuestro, nuestro-Hyson le hizo una mueca burlona-¿Acaso eres estúpido? Me da igual.

-¿No te caigo bien?-pregunta Dominic, divertido.

-No.

-El sentimiento es mutuo, pequeño hermano.

-No somos hermanos, yo ya tengo uno.

-Tienes dos, no me desprecies así-Dominic se limpia el traje que ya de por si estaba brillando en pulcritud. Se notaba que era adicto al orden, a estar siempre perfecto, oloroso y sin arrugas. Hyson podía apostar que era uno de esos tipos que levantaba el meñique al tomar el té, que se preocupaba por reservar su manicura los jueves y desinfectaba objetos con un pañuelo antes de tocarlos.

-Mierda, es decir, ibas a matarme.

-Seep-afirma Dominic, tipo normal, decidido, como Sócatres antes de beber cicuta-. Soy el hijo mayor, Hyson, en el testamento debía tener a mi nombre la fortuna de nuestro padre, pero luego descubro que a Anastasia le dejó un sueldo bastante considerable y una que otra Mansión, a mamá lo mismo, y a mí algunas centrales que, sinceramente, no me sirven de nada. Esta, la de Asheville, es el pez gordo y nuestro padre ajustó todo para que al morir te quedara a ti, el hijo bastardo.

-Si ese soy yo, el bastardo, el snow.

-Si te mataba todo sería mío.

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora