Capítulo Nueve

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Destruirlos hasta que no queden más que cenizas.

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La medianoche se cumplió hace escasos minutos mientras conducía por una durmiente carretera hacia McDonald's, última parada para avanzar directo a la casa de Kay.

Las nubes cubrían las estrellas, dejando que la solitaria luna alumbrara nuestro camino con una débil luz blanca. Estabamos rodeados de pasto, granjas y incontables rebaños de vacas. Nolan, sentado a mi lado, cantaba una canción que sonaba en la radio como si su vida dependiera de ello, agitando su cabeza de adelante a atrás, tocando una guitarra invisible mientras Khaisie, siguiéndole la corriente, tocaba una batería y adoptaba el papel de corista.

A pesar de todo el ruido acumulado dentro de mi auto, eso era lo menos que podía percibir. Los sonidos de afuera eran los que me complementaban, esos sonidos que actuaban como los ronquidos de la noche: el ulular de algún búho, el cri-cri de los grillos, el silbido del viento, el rugido del motor y mi propia respiración irregular.

Me sentía confundido, extraño, avergonzado y acelerado, todo a la vez como una maldita rueda que no se detenía. Mi cabeza trabajaba el doble, desarrollando millones de pensamientos que me ponían ansioso y exhausto. Kay no me dirigía la palabra, ni siquiera me miraba, era como si hubiera tomado un borrador, deshaciéndose de mí como un dibujo de una mierda mal pintada.

Eso me tenía nervioso, ya no sentía mis bolas, pero si estoy seguro de algo es del centro del problema: sentí algo, no solo atracción fisica. Sentí una entrega tan fuerte que si ella un día llega a necesitarme le daré todo, incluso mi corazón y mi vida también.


Es muy simple: me gusta tanto que dejo en sus manos el poder de doblegarme.

Solo tengo que buscar la forma de hacérselo saber sin tartamudear, sudar, asustarme y salir corriendo.

Porque vamos, siempre existe la duda. No sé si fue el momento, la calidez, la diversión y la cercanía lo que nos llevó a casi besarnos, pero sea lo que fuese quería repetirlo, y me preocupa que después de todo para ella solo fuera eso: un momento de confusión por la calidez, la diversión y claro, la cercanía.

Tengo miedo de haber confundido un instante con un para siempre.

Mierda, es que no sale de mi cabeza, siempre pienso en ella, incluso cuando no estoy pensando en nada. Buscó y encontró la forma de meterse en mi piel, podía sentirla removiendo mi interior como si fuera suyo. Podía recordar su tacto, su cabello paseando entre mis dedos...

Entonces, ¿Qué hacer para sacarte a alguien del corazón que no quieres sacar?

Detesto que el amor sea algo que no puedes controlar a tu antojo. Detesto que sea él quien una vez que entra mueva los hilos de tu vida. Todo es un descontrol, una catástrofe. ¿me ama o no me ama? ¿hablo con ella o no hablo con ella? ¿tendré el valor o no?


Apreté el volante con fuerza.

¡Altísima Oprah! ¡ilumíname!


Y recibí otro tipo de iluminación.

-¡HAIDEN! ¡¿Qué chuchas pasa contigo?!-me gritó Nolan-¡VAQUITA EN EL CAMINO!

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora