CAPÍTULO FINAL

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AQUÍ, JUNTOS, COMO DEBE SER

Capítulo dedicado a todos los guerreros que han luchado con los Evans para llegar hasta aquí. ♡

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10 años después...  

A pesar de los años, aún no me acostumbraba al sol de la India.

-¿Lo de siempre?-escucho que me pregunta Anand.

-Si, por favor.

Al minuto se aparece con una taza de café. Le doy las gracias y tomo un sorbo. Estaba sentada en un restaurant al aire libre, ocupando una mesa para dos que, en el centro, tenía una larga sombrilla de playa que me protegía del anteriormente mencionado sol hijo de puta. Me quité los lentes y me recogí el cabello en una pequeña trenza. Todavía llevaba el cabello corto, pero en vez de rubio me lo pinté de un castaño claro. Acomodé mi gancheta y empecé a ojear una página de noticias en mi computadora, rozando las tiras del vestido holgado de colores pasteles que me cubría la piel.

Hoy era mi cumpleaños número veintiocho, y el día anterior publiqué un libro sobre mis experiencias en la India, viajando un poco en el tiempo a partir de mis dieciocho años, mencionando mi salida del hospital y como a partir de allí viajaba de bus en bus, trabajando de ciudad en ciudad para que, años después, llegara al lugar de mis sueños y comenzara mi fundación "Smiles" desde cero, la cual, gracias a Odín, le fue tan bien que tengo un equipo bastante grande y dedicado. Hemos ayudado a cientos de familias.

La crítica sobre mi libro salía justamente hoy, asi que revisé en mi computadora y leí una crítica bastante aceptable. Está bien, no me quejo. Cerré la computadora y le di otro sorbo a mi café, mirando como las personas pasaban, unas a pie, en motos o en bicis, niños jugando y, ¡oh! Vacas. Sonreí ante el placer que me daba poder admirar este hermoso lugar cuando, de repente, se me fue todo el aire.

Entre la multitud pude ver una enrulada cabellera castaño oscuro, perteneciente a un hombre alto y americano.

Haiden.

Se me salió el café por la nariz.

Al principio no creí que fuera real, es decir, a lo largo de los años he soñado con él, lo he visto viniendo a la India a buscarme una y otra y otra vez para luego despertar y descubrir que era mentira. Pero esta vez se veía tan real...¿será él? ¿O bien será cualquier otro turista americano?

¡Ja! ¿A quién engaño? El problema era tan simple como que Haiden no era cualquiera, y solamente él podía detenerme el corazón de esta forma. Me levanté y grité su nombre. No volteó, lo que me hizo pensar que no me escuchó y dejando tanto mi café como la computadora en la mesa lo seguí. Me metí entre la gente, empujando, esquivando y exclamando una y otra vez su nombre. Él seguía caminando, no giraba a verme...

No sé como, pero terminé en una especie de callejón que, si llegabas al final, tendrías una vista espléndida del Harmandir Sahib. Una fuerte oleada de repentina tristeza me llenó. Ahora también soñaba despierta, genial, estupendo.

Estaba pensando en dar la vuelta y tomar un taxi cuando escucho una inconfundible voz detrás de mí.

-Hola.

Y por mi nombre y apellido les digo que morí unos segundos.

Fue como escuchar la voz de un fantasma.

Cuando logro controlar mi atontado cuerpo y doy la vuelta me encuentro con un Haiden de veintiocho años. Su cabello estaba más largo, enrulado y desordenado, tenía rastros de una barba recién afeitada y se percibía más alto, fuerte, y llevaba unos lentes que lo hacían ver como un sexy profesor universitario. Vestía una camisa blanca y unos pantalones negros, y nada me gustó tanto como verlo sonreírme. Nada nunca me ha gustado más que un Haiden sonriente.

DULCES MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora